Con el consumo de vino en franco crecimiento desde hace más de una década, la industria vitivinícola se enfrenta a nuevos desafíos para alcanzar su meta de los próximos 10 años: duplicar el número de copas de vino mexicano que se toman actualmente en el país.
Para Salomón Abedrop, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), la aspiración es duplicar el actual 34% que representan los vinos de México en el consumo de país.
O sea, hoy el 66% es importado, cuando hace 20 años 80% era de procedencia extranjera
expuso.
En entrevista para El CEO, destacó que si bien hay muchas marcas extranjeras que se comercializan a menores costos frente a los vinos nacionales, la calidad del vino local es innegable y puede hacer frente a estos productos de bajo precio.
Muestra de ello son los reconocimientos que han obtenido los vinos mexicanos en concursos internacionales, como las medallas conquistadas en el Concours Mondial de Bruxelles, que en la última edición galardonaron a 85 etiquetas nacionales.
Los retos para crecer el consumo de vino
Actualmente, el principal desafío para incrementar la participación del vino mexicano en el mercado nacional es el incremento de la superficie para su producción.
Esto debido principalmente a la extinción de la Financiera Rural a principios de este año, lo cual ha dificultado el acceso a financiamiento para los productores de uva. Para tener más capacidad de producción, explicó, se requieren facilidades para el pago de los gastos de operación, pues los primeros tres años prácticamente no se obtiene producto.
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El costo estimado de inversión inicial por hectárea, sostuvo, es de 53,000 dólares, unos 962,110 pesos al tipo de cambio del viernes 6 de octubre.
“Y luego son tres años más de mantenimiento para que empiece a producir. Ya el tercer año te empieza a dar un racimo o dos, ya el cuarto año puedes decir que ya te dio un kilo por planta. Entonces, no es eso lo que esperas, son 3 kilos por planta, pero ya puedes empezar a ver algo de dinero”, comentó el presidente del CMV.
Para este 2023, de las casi 40,000 hectáreas que se destinan a la siembra de uva, apenas unas 10,000 se utilizan para la producción de vino; por ello, otra de las meta es duplicar esa cifra para la producción de vid para la siguiente década.
Al respecto, detalló que ya se encuentran en pláticas con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) para que se brinden incentivos para la producción vitivinícola.
La uva y el vino se adaptan fácilmente
Abedrop explicó que la gran capacidad de adaptación de la uva permite que esta pueda sobrevivir en distintos climas, por lo que las dificultades climáticas que ha enfrentado México recientemente, como la escasez de lluvias o los aumentos de temperaturas en ciertas zonas del país, no representan un problema.
“Ha empezado a haber ya algunos efectos de cambio climático, pero la vid es una de las plantas más adaptables a nivel mundial. Hay prácticamente en todos los países del mundo, no conozco uno que me digan que no tiene. Se adapta a climas fríos, cálidos, etcétera. Claro, sacas diferentes productos y calidades para diferentes usos de la uva, pero hay uva en todos lados”, comentó.
Del mismo modo, el vino tiene el desafío de adaptarse a los nuevos consumidores, a los que se busca llegar con distintas adecuaciones, como la oferta de vino en envases de tetrapak y ahora también en lata, así como vinos orgánicos o naturales.
Pero quizás una de las nuevas innovaciones del vino será la producción de una bebida con mucho menor contenido alcohólico.
“Precisamente la generación más joven es la que está exigiendo vinos diferentes. Durante el congreso de la Organización Internacional de la Viña y el Vino en España este año, vimos que hay estudios muy importantes para buscar hacer vinos con menos alcohol, ya que esa es una de las tendencias que seguramente va a estar predominando en el mediano plazo”, aseguró.
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