Es muy común cometer errores al escribir a mano. Y, hace unas décadas, el uso de las máquinas de escribir provocaba que fuera bastante difícil resarcir los ‘dedazos’; contrario al fácil uso actual de las computadoras y celulares. En este contexto, una secretaria estadounidense inventó Liquid Paper como una alternativa para corregir rápidamente los errores de escritura con máquina de escribir.
En 1954, Bette Nesmith Graham comenzó a utilizar el corrector para tinta, pero no era como lo conocemos ahora. Según en New York Times, la secretaria inició con una mezcla de pintura blanca, que aplicaba sobre los errores de mecanografía que tenía.
Con años de experiencia, Graham pudo profesionalizar su invento. Después de pasar por un nombre menos virtuoso, optó por nombrar a su corrector líquido como Liquid Paper. Con ello fundó una marca que terminaría vendiendo por casi 50 millones de dólares.
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Así se inventó el corrector Liquid Paper
New York Times señala que Bette Nesmith Graham era secretaria en una empresa y tenía un jefe bastante estricto. Además, no era muy buena utilizando las máquinas de escribir de esos momentos, por lo que cometía errores con frecuencia. Cansada de los métodos antiguos para borrar, se le ocurrió utilizar pintura blanca para hacer remiendos en sus hojas.
El medio explica que Graham tenía experiencia artística en óleo y tejido, por lo que utilizó la manera en que los pintores corrigen sus obras: aplicando más pintura sobre los errores. Con esta inspiración, comenzó a embotellar en envases de barniz de uñas una mezcla de pigmento blanco con otros líquidos. También inició a distribuir su producto entre sus compañeras secretarias.
Para la década de 1950, Bette Nesmith Graham se dio cuenta de que este invento podía darle algunos ingresos adicionales. En esos años, intentó formar la empresa Mistake Out, con la que quería comercializar el corrector que fabricaba en la cocina de su casa, pero no tuvo éxito. Para 1958, pudo finalmente consolidar su compañía con el nombre Liquid Paper Company y dio un salto al vacío, pues fue despedida de su trabajo por ponerle tanta atención a su propia empresa.
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El éxito de la empresa
Pocos años después, Liquid Paper comenzó a cobrar popularidad. NYT explica que inició con su fama cuando escribieron del producto en una revista de artículos para oficina. Además, con el paso de los meses, recibió pedidos de empresas como IBM y General Electric. Con ello, sus operaciones crecieron y, finalmente, decidió mudarse a Dallas para abrir su propia fábrica y centro de distribución.
En 1968, diez años después del comienzo de su empresa, abrió una planta automatizada en Texas. Para 1975, ya tenía una capacidad de producción anual de 25 millones de botellas. Incluso, comenzaba a tener competidores como Wite-Out. Sin embargo, en esos momentos también atravesó por algunas dificultades.
En 1975, se divorció de su entonces esposo Robert Graham. Tras ello, comenzó a ser relegada de las decisiones de la empresa, donde él también estaba involucrado. En ese momento, también intentaron cambiar la fórmula para evitar el pago de regalías por su invención, pero Bette logró mantenerse con el control de Liquid Paper.
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La venta millonaria a Gillette
En 1979, Graham logró concertar la venta de su idea. Para ese momento, Liquid Paper era una importante empresa que le había permitido vivir con lujos y amenidades. Por ello, Gillette le pagó 47.5 millones de dólares por su compañía, además de mantener el pago de regalías por el uso de la fórmula de su invento.
Unos meses después de la venta, Bette Nesmith Graham falleció. Al momento de su muerte, además de su fortuna, dejó operando dos fundaciones que atendían varias causas benéficas. Todo su legado fue operado por su hijo, quien también se hizo cargo de las fundaciones y, a través de ellas, apoyó a más mujeres emprendedoras.
Con información de The New York Times.