En el peor momento de la economía cubana en casi 30 años, el congreso del Partido Comunista, que marca la salida de Raúl Castro del poder, tendrá que acentuar las reformas dirigidas a una mayor apertura a la empresa privada.
La cita, del 16 al 19 de abril, se celebra en un momento crítico, después de que la economía de la isla se desplomó un 11% en 2020, la mayor caída desde 1993.
Desde el principio de este año, el presidente Miguel Díaz-Canel apretó el acelerador con una profunda reforma financiera para enfrentar la crisis derivada de la pandemia del COVID-19, del reforzamiento del embargo estadounidense y las distorsiones y desequilibrios internos del país.
La urgencia “no es tanto porque en un mes se celebrará el octavo congreso, sino que la economía está en una situación que yo catalogo de crítica”, dijo el economista Omar Everleny Pérez, del Centro de Reflexión y Diálogo.
Según la Constitución, el Partido Comunista de Cuba (PCC) concentra el mayor poder del país y sus congresos cada cinco años, hacen balance y marcan las pautas para el próximo quinquenio.
Pero este calendario no siempre se cumplió.
Tras el desastre por la desaparición del bloque comunista, transcurrieron 14 años entre el quinto congreso en 1997 y el sexto en 2011, que evidenciaron indefinición en como reformar el modelo.
‘Sin pausa pero sin prisa’
Este último ocurrió cuando Raúl Castro ya había tomado formalmente las riendas del país en 2008, y era Primer Secretario del PCC, cargo que ahora abandona.
Entonces, comenzó un lento proceso de reformas económicas al modelo de corte soviético que había imperado con su hermano Fidel.
“Sin pausa, pero sin prisa”, dijo en su momento Raúl Castro para justificar la lentitud en las reformas, denominadas “actualización del modelo”.
El liderazgo histórico, a punto de jubilarse en este congreso, lega tres hojas de ruta que establecen las bases de la política económica y social, el diseño del nuevo modelo y un plan nacional de desarrollo hasta 2030.
Sin embargo, para la economista cubana Jacqueline Laguardia, hasta 2019, el programa fue “implementado de manera parcial, inconexa y contradictoria”.
Este año, el gobierno echó a andar una profunda reforma monetaria que ha resultado un verdadero tsunami en la vida cotidiana de los ciudadanos.
Además de la unificación de sus dos monedas, se elevaron el salario mínimo y las pensiones en 400% y 500%, pero también se registró una inflación de al menos 160%.
Y en un paso sin precedentes, Díaz-Canel decidió en febrero abrir casi toda las actividades económicas al sector privado.
Ahora los cubanos pueden dedicarse por cuenta propia a más de 2,000 tipos de empleos dominados hasta ese momento por el Estado, que solo se reservó 124 áreas.
Así, unos 600,000 cubanos trabajan ya en la iniciativa privada, 13% de la población económicamente activa, en un país de 11.2 millones de habitantes.
El siguiente paso será la creación de pequeñas y medianas empresas (Pymes) y el perfeccionamiento de cooperativas no agropecuarias, ha adelantado el gobierno sin precisar plazos.
‘Escasez de bienes’
“Muchas cosas han quedado en el camino”, considera Ricardo Torres, experto de la Universidad de La Habana.
Además de la incógnita respecto a las Pymes, aún no se habla “sobre cómo se materializa la ampliación del concepto de propiedad mixta. Tampoco se ha adoptado una ley de quiebras, ni la legislación correspondiente para la efectiva transformación de la empresa estatal”, añade Torres.
Tampoco “se ha modernizado ni diversificado el sistema bancario-financiero para acompañar el crecimiento del sector privado, o la agricultura”.
Sin olvidar que “el tema esencial de Cuba es escasez de bienes” en especial de alimentos, dice Omar Everleny Pérez.
El 80% de lo que se consume en la isla es importado y las colas que la gente hace para abastecerse, ya recurrentes antes de la pandemia, han empeorado.
Una gran cantidad de cubanos aguarda diariamente desde el amanecer largas horas frente a los supermercados.
‘Socialismo de mercado’
El modelo “no puede seguir con el sesgo tan político e ideológico que ha tenido la sociedad en sus primeros 60 años” de revolución, dice Pérez, que llama a dirigir la mirada a Vietnam, un modelo que considera mejor adaptado a Cuba que el chino.
Los logros económicos de Vietnam, con la misma ideología que Cuba, se deben al “peso que le dieron al mercado y como lo incluyeron en el nombre de su modelo, un socialismo de mercado”, añade.