La situación de riesgo que enfrentó la central nuclear de Laguna Verde en septiembre del año pasado no se debió a un mal mantenimiento de la planta, sino a fallas en el control de los contratistas encargados de labores de recambio de uranio, algo que sólo se corregirá si hay cambios en el organigrama encargado de la central.
El problema es el mismo que tiene la Comisión Federal de Electricidad: no son transparentes, aseguran analistas.
Bernardo Del Castillo, Health, Safety and Environment, Business Continuity de una empresa global, comentó a EL CEO que en 2007 estuvo involucrado en una renovación de la cual pudo atestiguar que el sistema de control de permisos de trabajo era muy complejo.
El especialista refirió que el reportaje del diario español El País, que reveló la situación que vivió la central el año pasado, no habla de problemas en el mantenimiento, sino en el control, que es algo por lo que la central es muy conocida últimamente.
Agregó que la simple existencia del reporte 102649, mencionado en la noticia, indica que sí ocurrió un incidente al interior de las instalaciones, y comentó que las certificaciones de la World Association of Nuclear Operators y la Internacional Energy Association, presumidas por la CFE en un comunicado, no significan que Laguna Verde esté libre de eventos desafortunados.
Lo que dice (El País) no suena descabellado porque no es algo que pase solo en CFE, sino que pasa en cualquier parte del mundo
Bernardo Del Castillo
Las fallas en una central nuclear son mucho más graves por la naturaleza de la cadena de autorizaciones, pues en las instalaciones eléctricas es normal que siempre haya un supervisor revisando cualquier trabajo interno o externo.
“(La cadena) está diseñada para que una persona pida permiso, la otra revise el trabajo, y al final alguien autorice el trabajo. Varía según la instalación, la empresa o el trabajo que se esté realizando. Un contratista no puede actuar por voluntad propia”, explicó Del Castillo.
El problema, según el experto y la información de El País, es que las compuertas entre el combustible usado y el pozo seco (cápsula dentro del reactor diseñada para evitar contaminación y prevenir fuga) fueron retiradas cuando el contratista sólo había cambiado cuatro de los 15 mecanismos que debía cambiar, momento en el que el trabajo debió haberse detenido.
A la opinión pública | Ante la versión periodística donde se alude que la central nucleoeléctrica de #LagunaVerde registró una situación de riesgo en septiembre del año pasado, se aclara lo siguiente: https://t.co/YuV8Paq5l2 pic.twitter.com/TqQ0r9o8Fw
— CFEmx (@CFEmx) January 5, 2021
Sin embargo, el 3 de septiembre, el contratista decidió continuar con el cambio de ocho mecanismos más a pesar de que estas actividades no estaban incluídas en el programa de mantenimiento y un sistema de seguridad estaba deshabilitado. El contratista, sin un programa de mantenimiento, ni siquiera debería haber sido capaz de entrar a las instalaciones.
“Este es el problema de que un contratista tome decisiones propias, sobre todo en una instalación nuclear. La empresa y todos los contratistas que trabajen para ella deben ajustar la planeación. El control efectivo de todas estas acciones, o la falta de, es lo que provoca este tipo de incidentes”, destacó Del Castillo, quien señaló además que este control sí contaba con protocolos correctos en administraciones anteriores.
Un error de esta naturaleza debería traducirse en una multa, la inhabilitación del contrato o incluso el veto del contratista, así como el despido de quien autoriza los permisos de trabajo.
“Alguien se saltó a la mala los procesos de permiso, eso es innegable”, dijo el experto. Sin embargo, es complicado que estas consecuencias se materialicen.
Una fuente que prefirió no ser nombrada dijo a EL CEO que resulta en “la misma historia de siempre con CFE”.
“Que la dirección de la compañía no tenga que responder a nadie por sus acciones crea una cultura que permea a todos los niveles. Nadie va a resultar responsable por lo que pasó en Laguna Verde ni por el oficio falso, y no porque no deban serlo, sino porque la cruzada moral de Manuel Bartlett y el presidente López Obrador no contempla que los trabajadores y directivos respondan por los errores de los que son responsables”.
La fuente anónima resaltó además que 2020 fue un año especialmente duro para CFE, principalmente comparado con otras administraciones.
“México tenía casi 40 años sin un apagón importante y de repente en un año tenemos dos incendios y una situación de riesgo en Laguna Verde. Sería mucha inocencia adjudicarlo a la mala suerte y no a la incompetencia”, dijo.