Yoshihide Suga, secretario en Jefe del Gabinete japonés, dijo este miércoles que buscará suplir a Shinzo Abe en el liderato del Partido Liberal Demócrata, entrando de manera formal a la carrera para convertirse en el próximo primer ministro, en la que es favorito.
Suga, aliado del primer ministro saliente, dijo que decidió postularse como líder del partido para evitar un vacío político durante la pandemia de COVID-19.
Abe anunció su decisión de renunciar la semana pasada, citando problemas de salud. La mayoría del PLD en la cámara baja del parlamento asegura que el próximo líder del partido será el nuevo primer ministro.
Aunque no había hecho públicos sus planes antes del anuncio de este miércoles, Suga parecía haber asegurado el triunfo a principios de esta semana, cuando los medios reportaron que algunas de las facciones más poderosas del partido lo apoyaban, y luego de que el partido optó por una versión más reducida de la carrera.
Al elegir no encuestar a todos sus miembros para elegir un ganador, el PLD ha concentrado el voto en las manos de figuras importantes del partido, quienes respaldan a Suga sobre su rival Shigeru Ishiba, ex ministro de defensa que es más popular con el público y los movimientos de miembros del partido.
“En este tiempo de crisis nacional, no podemos permitir un vacío político”, dijo Suga mediante un comunicado.
“He decidido competir luego de pensar profundamente qué puedo hacer, como político y como miembro de la administración de Abe, para traer el día en que la gente pueda vivir sin miedo”.
Suga dijo que como líder continuaría con las agresivas políticas de estímulos fiscales y monetarios, así como la ayuda particular a áreas rurales implementadas por Abe.
El ascenso de Suga desde su etapa como concejal de Yokohama es notable en un país donde las oficinas políticas más importantes normalmente se preservan para familias poderosas. Abe, por ejemplo, es el nieto de un Primer Ministro y el hijo de un ministro del exterior.
En su informe, donde apareció tenso y leyendo de un guión preparado, Suga resaltó sus humildes inicios en una granja en la prefectura de Akita, y dijo que entendía tanto a votantes urbanos como rurales.
Sus principales competidores para los votos del partido el próximo 14 de septiembre son Ishiba, el ex ministro de defensa, y Fumio Kishida, ex ministro del exterior.
La elección incluirá a miembros del parlamento y tres votos de cada una de las 47 prefecturas, una ventaja para Suga.
Muchos capítulos del partido encuestarán a sus miembros para decidir cómo distribuir sus tres votos, pero expertos dijeron que es poco probable que esto limite la inercia de Suga.
Los mercados financieros también favorecen a Suga, pues asumen que continuará con la estrategia económica de Abe para revivir la economía nacional.
Suga ha hablado en repetidas ocasiones sobre la necesidad de atraer de vuelta al turismo para ayudar a revitalizar las economías regionales, enviando un claro mensaje de que la reapertura de la economía es más importante que el regreso a una respuesta más estricta contra la pandemia.
Sin embargo, Ishiba mantiene una popularidad superior con los votantes.
“Durante Abenomics (apodo para la política económica de Abe), el yen estaba débil y trajo ganancias sin precedentes para las compañías, eso es algo para estar agradecido”, dijo Ishiba en Fuji TV, al ser cuestionado sobre la forma de mejorar la vida de los desempleados y aquellos que tienen un salario bajo.
“Pero, ¿qué hacemos con el lado oscuro de esto? Esa es la pregunta más importante de la era post-Abe”, dijo.
Además de heredar una economía en uno de sus peores caídas desde la segunda guerra mundial, el sucesor de Abe tendrá que asegurarse de que los Juegos Olímpicos del próximo año se realicen según lo planeado.
En meses recientes, Abe ha visto caer su apoyo a uno de sus niveles más bajos desde que tomó posesión en diciembre de 2012, en parte por el creciente descontento entre los votantes por el manejo de la pandemia y escándalos entre miembros del PLD.
Kishida, el otro rival de Suga, dijo a Reuters en una entrevista que Japón necesitará seguir tomando pasos fiscales en los próximos años para combatir el daño económico relacionado con la pandemia, pero que no debe quedarse atrás cuando otros países comiencen a normalizar sus políticas monetarias y fiscales.