Las preocupaciones sobre el futuro económico y político de Hong Kong crecen mientras las protestas violentas se siguen registrando, incluso después del retiro de la iniciativa de extradición que originó la crisis, y China no descarta la intervención por la fuerza.
Si las tropas chinas entran a Hong Kong, podrían dañar de manera importante su posición como un centro financiero internacional estable y la puerta de entrada de los flujos de capital a la segunda economía más grande del mundo.
“Ninguna ciudad china, ni siquiera Shanghái, puede asumir ese rol en el futuro cercano”, explica Reuters.
Mientras China aún aplica controles de capitales e interviene en los mercados financieros y bancarios, Hong Kong es una de las economías más abiertas del mundo y uno de los mayores mercados de activos y deuda.
Bajo el sistema de “un país, dos sistemas”, el antiguo territorio británico cuenta actualmente con libertades prohibidas en la China continental, como la libertad de expresión y un sistema judicial independiente, por lo que los inversionistas confían más en invertir en Hong Kong que en China, donde el sistema judicial responde al Partido Comunista.
“Las multinacionales estadounidenses, europeas y asiáticas quieren firmar sus contratos en Hong Kong, pues serán sometidos a leyes y regulaciones de tipo británico”, precisa Willy Lam. “En Shanghái, no existe ninguna protección comparable”.
Hong Kong es un trampolín
China usa la divisa y los mercados financieros de Hong Kong para atraer recursos extranjeros y las empresas utilizan a Hong Kong como trampolín para llegar al mercado chino.
El territorio semiautónomo ocupa la cuarta posición en la clasificación 2019 del Banco Mundial sobre la facilidad para hacer negocios, mientras que China continental se sitúa en el puesto 46.
Las empresas chinas importantes acostumbran listarse en la bolsa de Hong Kong como un paso en su plan de expansión global. Desde 1986, nueve de las diez mayores entradas en bolsa en este mercado son de empresas chinas, según el Hong Kong Exchanges and Clearing Limited (HKEX), que gestiona el índice Hang Seng.
Las acciones del gigante de internet Tencent y de la aseguradora Ping An ya se intercambian. Y el titán del comercio electrónico Alibaba, que cotiza en Nueva York, contempla una segunda cotización en la excolonia británica para garantizar un acceso a los inversores asiáticos en plena guerra tecnológica entre Pekín y Washington.
Pero las empresas chinas presentes en la Bolsa de Hong Kong podrían verse duramente afectadas si el movimiento de protesta anti-Pekín continúa.
“La capacidad de [la excolonia] en mover capitales para las empresas chinas se verá erosionada si la inestabilidad política […] persiste”, apunta Ming Sing, profesor en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong.
“El año pasado, las compañías chinas levantaron 64,200 millones de dólares a nivel mundial -casi un tercio del total- a través de ofertas públicas iniciales, pero solo 19,700 millones provinieron de listados en Shanghái o Shenzen, según datos de Refinitv, contra 35,000 millones en Hong Kong”, detalla la agencia de noticias.
Además existen esquemas que conectan la bolsa de Hong Kong con la de Shanghái o Shenzen, abriendo un canal para que extranjeros inviertan en títulos de China continental.
Los negocios chinos también aprovecharon el mercado de bonos hongkonés para obtener 33% de los 165,900 millones de dólares que recibieron de financiamiento del exterior en 2018, según datos de Refinitv.
Además, el año pasado, los prestamistas chinos poseen 1.1 billones de dólares en activos en Hong Kong, que representaban 9% del PIB de China.
Dado su tamaño, perder a Hong Kong como fuente de financiamiento podría golpear a la ya de por sí debilitada economía del dragón asiático y afectar los planes del gobierno de que el yuan llegue a ser una divisa ampliamente usada en el mundo, rivalizando al dólar, con el objetivo de elevar la influencia de Pekín.
Incluso si el gobierno chino decide no incursionar con cuerpos de seguridad en Hong Kong, la percepción de una interferencia más abierta y directa en la situación y el alargamiento de los choques en las calles podrían llevar a los inversionistas a buscar otros centros financieros con bajas cargas impositivas y con sistemas judiciales muy respetados, por ejemplo, Singapur.
Con información de Reuters y AFP