Al inicio no fue fácil.

Cuando Fira Barcelona México, una empresa europea dedicada a hacer eventos feriales, aterrizó en el país en 2015, se topó con una dura realidad: en América Latina no existía una cultura de hacer grandes salones o eventos especializados ni tampoco muchos espacios que tuvieran lo necesario para hacerlos posibles.

Entre 2014 y 2015, convocó a varias ciudades mexicanas para albergar la exposición ‘Smart City’, uno de sus eventos emblema que busca vincular a actores de los tres niveles de gobierno, la academia y la sociedad civil para mejorar la vida urbana.

Aunque muchas localidades alzaron la mano, al final solo Puebla reunió los requisitos: debía ser una ciudad con la capacidad de albergar a los más de 5,000 asistentes potenciales, bien ubicada y donde pudieran convivir integrantes de gobierno y sociedad civil nacionales e internacionales.

“A partir de ese primer evento que hicimos en Puebla en 2016, de manera orgánica se convirtió en el segundo evento más grande de Smart City”, solo por detrás del congreso mundial que se realiza en Barcelona, comenta en entrevista Manuel Redondo, presidente de Fira Barcelona México.

En julio, cuando se realizará la cuarta edición del evento, en Puebla se darán cita representantes de los gobiernos federales de Argentina, Colombia, Chile y Guatemala, así como alcaldes de todo México y América Latina.

Puebla inteligente

Smart, en Puebla, fue considerada una de las cuatro ciudades inteligentes de México por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el año pasado. La localidad, ubicada dentro de la capital del estado, es un espacio de desarrollo e innovación tecnológica donde conviven universidades y organizaciones de la sociedad civil.

Las otras tres ciudades inteligentes reconocidas por el BID en el país son Maderas, en el estado de Querétaro, Ciudad Creativa y Tequila, en el estado de Jalisco.

“Puebla es una ciudad muy significativa en México por el hecho de haber impulsado acciones para todos los municipios en materia de ciudades inteligentes y abrir espacios de discusión sobre el tema”, considera Leopoldo Arnaiz Eguren, secretario general de la Asociación de Municipios Mexicanos y Ciudades Inteligentes (AMMECI).

Para el experto, la capital poblana tiene la “vocación y la voluntad de ser inteligente” y con eso, impulsar a los municipios y estados aledaños a mejorar su gestión mediante el uso de la tecnología.

Sin embargo, advierte que hasta el momento faltan indicadores claros para saber qué tipo de acciones permiten a una urbe considerarse inteligente o no, pues cada una debe dar una solución particular a los problemas a los que se enfrenta.

Países en América Latina, como Chile, están impulsando actualmente modelos de gestión inteligente y la discusión en la región se ha fortalecido en ese tema, considera Redondo.

“Todas las ciudades pueden ser una smart city, pero nosotros lo que impulsamos es que cada una tiene que encontrar su propio modelo. Cada una tiene que pensar según sus agentes de cambio, geografía, ubicación y vocación. No es una receta de copy-paste”, explica.

Al respecto, tanto Arnaiz como Redondo consideran indispensable la integración de los ciudadanos y de las autoridades en el proceso de construcción de ciudades más sostenibles e incluyentes, que permitan articular mejor políticas públicas.

“Todos hacemos ciudad”, puntualiza el directivo de Fira Barcelona México.