Tras varios años de crecimiento, Uber, su competidor Lyft y Airbnb se preparan para entrar en la bolsa, señal de que la economía de intercambio se ha instalado sólidamente en el panorama económico y en la vida cotidiana.

Para las tres compañías, listarse en la bolsa les permitirá recaudar fondos en los mercados, un cambio de rumbo que puede acarrear nuevos retos.

Los gastos de los consumidores en esas plataformas aumentaron 58% en 2017 y alcanzaron los 75,700 millones de dólares en Estados Unidos, según la consultora Rockbridge Associates.

Desde 2010, la demanda por estos servicios empezó a crecer, por lo que tener un automóvil, una vivienda o determinados bienes comenzó a dejar de ser una necesidad y el mercado de trabajo se enfrentó a un cambio que todavía hoy suscita numerosos debates.

¿100,000 millones de dólares para Uber?

Parece que la plataforma de transporte Lyft, competidor número uno de Uber en Estados Unidos, lanzará primero su Oferta Pública Inicial (OPI). Actualmente está valuada en 15,000 millones de dólares, sin embargo puede llegar a los 20,000 o 25,000 millones de dólares.

Si Uber sigue los pasos de Lyft, su valuación estaría alrededor de los 100,000 millones de dólares.

“Todavía estamos al principio de la economía de intercambio. Creo que veremos aparecer enormes plataformas en el sector de los servicios, de la salud e incluso quizás en las energías alternativas”, mencionó Arun Sundararajan, profesor de la Universidad de Nueva York, especialista del sector.

“No los veo como los futuros Amazon o Apple porque prosperan en mercados estrechos y porque van a empezar a experimentar la competencia de actores tradicionales, algunos de ellos muy astutos”, opinó Charles Colby, de Rockbridge Associates.

Los temores sobre una nueva burbuja de internet

Tanto Lyft como Uber pierden sumas astronómicas, lo que hace pensar a algunos en los riesgos de una nueva burbuja de internet.

Pero la fuerza de las plataformas hoy en día es su crecimiento sólidamente instalado, y eso es lo que interesa a los inversionistas, que apuestan también por el vehículo autónomo en el que ya trabajan tanto Lyft como Uber.

“Han demostrado la viabilidad del modelo económico: la posibilidad de operar a gran escala en diferentes mercados”, explica Benjaafar.

Sin embargo, el otro pilar de esta economía, prosigue el experto, es el recurso a “una mano de obra independiente y ocasional”: flexibilidad para unos, precariedad para otros.

Esto genera también decepciones, sobre todo en Europa, donde algunos tribunales estiman que hay una relación de subordinación entre las firmas y sus conductores, y que las compañías deberían asumir las consecuencias y los costos en términos de protección social (empleo, enfermedades y jubilación, entre otras).

Para Sundararajan, uno de los grandes desafíos de la economía de intercambio podría ser precisamente ese.