El evento más importante del fin de semana a nivel mundial fue el acuerdo entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homónimo chino, Xi Jinping, durante la cumbre del G20.
Este cesa -al menos hasta el próximo año- la guerra arancelaria entre ambos países.
El compromiso fue modesto: Trump accedió a por lo menos atrasar una nueva ronda de aranceles en bienes chinos que entraría el 1 de enero, a cambio de nuevas compras de energía y bienes industriales del país asiático.
China también se comprometió a comenzar a levantar inmediatamente los gravámenes y las barreras no arancelarias, incluida una reducción de sus tarifas de 40% al sector automotriz, según el asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow.
Tras el anuncio la automotriz más beneficiada fue BMW, que cerró la jornada con un alza de 5% a 75.87 euros por acción.
Sin embargo, la Casa Blanca dijo que los aranceles del 10% existentes para productos chinos por un valor de 200,000 millones de dólares podrían ser elevados al 25% si no se llegaba a un acuerdo dentro de un plazo de 90 días, que finaliza el 1 de marzo de 2019.
Huecos en la tregua
“El cese de fuego temporal en la guerra comercial de China y Estados Unidos dejó los asuntos más complicados para sesiones de negociación posteriores, que buscarán triunfar donde los esfuerzos previos fallaron -y bajo una ambiciosa fecha límite de 90 días”, publicó el diario The Washington Post.
A partir del 1 de diciembre, los negociadores tendrán tres meses para llegar a un acuerdo en temas como la transferencia tecnológica forzada, la protección de la propiedad intelectual, los servicios y agricultura, las barreras sin tarifa, y la intrusión y robo cibernéticos, una lista que The Economist marca como “ambiciosa” en un momento en que los niveles de confianza entre ambos mandatarios son tan bajos.
“China ha roto su compromiso en el pasado de no convertir las transferencias de tecnología en una condición de acceso a su mercado, por lo que no se vislumbra que Estados Unidos se conforme con un simple compromiso de extender tarifas, lo que indica que China tendrá que encontrar mecanismos para demostrar que ha cambiado”, publicó el semanario británico.
Una solución más estable, según el rotativo, sería la cooperación con otros actores, como Japón y el Reino Unido, quienes coinciden con Estados Unidos en las quejas sobre China.
La personalidad de los líderes
De acuerdo con el experto en política exterior, Aaron Friedberg, ambos mandatarios tienen personalidades más o menos similares; ambos son ‘líderes supremos’ que ven por el interés y honor de su nación y de los suyos, que no pueden fallarle a su país.
“Ninguno de los dos quiere parecer débil, lo que parecería restringir el alcance del compromiso, pero ninguno quiere tampoco ser culpado de una ruptura total en las relaciones”, dijo Friedberg.
El acuerdo es del interés de Trump, y es que según The Guardian, pequeños y medianos empresarios estadounidenses -sobre todo granjeros y minoristas- se han visto afectado por las políticas proteccionistas al tener pérdidas financieras producto de los altos precios de las importaciones.