Entre los miles y miles de kilómetros que los migrantes tienen que recorrer en territorio mexicano ya sea a pie, montados en “La Bestia” –el tren carguero– o sorteando en autobuses los retenes en carreteras, aparecen parajes que asemejan a oasis en medio de las extenuantes rutas: los albergues.
Estos lugares se han convertido en auténticos baluartes para las personas que salen mayoritariamente del Triángulo Norte de Centroamérica –Honduras, Guatemala y El Salvador–, a causa de dos razones principales, según la Encuesta Nacional de Personas Migrantes en Tránsito por México realizada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), por trabajo y problemas económicos e inseguridad y violencia.
Los encargados o directores de los refugios son principalmente defensores de las personas en tránsito y miembros de grupos pastorales y religiosos que a causa de su labor humanitaria enfrentan el embate del crimen organizado, de autoridades de distintos niveles de gobierno e incluso de algunos sectores de la sociedad civil.
La asociación internacional Médicos Sin Fronteras mapeó, tras la reciente crisis migrante por el paso de las caravanas centroamericanas, los albergues y comedores que actualmente existen en México y el resultado son 71 centros de apoyo.
Siendo las rutas noroeste (Querétaro a Tijuana), centro (Tierra Blanca a Querétaro) y noreste (Querétaro a Tamaulipas) las que cuentan con más albergues para apoyo de migrantes con 23, 15 y 13, respectivamente.
La crisis de las caravanas que se encuentran en territorio nacional pone en el centro de los reflectores el tema de la migración. Incluso ya han comenzado reacciones políticas con estrategias de contención, tanto en México como en Estados Unidos.
Desde el 2015, en un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se advertía de las agresiones que viven los defensores de migrantes y encargados de los albergues por las labores que cumplen.
“Como consecuencia de la situación de violencia y discriminación que afecta a los migrantes en México, las defensoras y defensores de los derechos humanos de los migrantes tienen que realizar su trabajo en un contexto adverso, el cual en múltiples ocasiones ha tenido un impacto directo sobre la vida, integridad, libertad, seguridad y honra de los defensores”, se advierte en el documento desde hace tres años y la situación no ha cambiado.
En el informe “Los desafíos de la migración y los albergues como oasis”, la CNDH destaca la gran importancia que cumplen los refugios –que sobreviven con recursos propios y donaciones– para los migrantes que transitan por el país: “Durante su trayecto, los albergues y las casas del migrante representan una parada en el camino donde se sienten seguras, atendidas y retoman fuerza para continuar su viaje o para considerar a México como su lugar de destino; podría decirse que son un Oasis en el camino”.
El documento destaca que las casas de ayuda migratoria no son solo lugares seguros de forma momentánea, ya que la protección que brindan es de acompañamiento psicológico, apoyo médico y asesoramiento para evitar la violación de los derechos humanos, aparte de que facilitan la comunicación con sus familias de forma gratuita.
“Es importante señalar que la llamada telefónica para una gran mayoría de personas migrantes en tránsito por México resulta de los pocos momentos en los que se comunican con sus familiares con seguridad”, destaca el informe.
Voces de los albergues
El CEO platicó con dos activistas que han trabajado con los migrantes desde hace muchos años en proyectos en donde han encontrado cobijo: Casa Mambré, en la Ciudad de México, y La 72, hogar y refugio para personas migrantes ubicado en Tenosique, Tabasco.
Leonila Romero González, integrante de las Scalabrinianas, misión con migrantes y refugiados y parte de vinculación de Casa Mambré, explica que actualmente se encuentran rebasadas por el incremento de las solicitudes de protección internacional, es decir las solicitudes de refugio, y agrega que ahora que llegaron las caravanas centroamericanas con miles de personas no han logrado darse abasto para asistirlos.
En tema económico no tenemos ningún apoyo del gobierno, en tema de trabajo como el mismo estado no cuenta con espacios para albergar población; trabajamos en un acompañamiento a víctimas de delitos, coadyuvamos con la Seido y la Unidad de Migrantes de la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGR, ellos nos canalizan a víctimas que han liberado de secuestros y otros delitos
Leonila Romero, activista
Romero González agrega que la atención que brindan en Casa Mambré es integral con un equipo multidisciplinario, que va desde abogadas, trabajadoras sociales, médicos, psicólogas y ahora con una nueva área que es socio laboral, donde también buscan apoyar a los migrantes para que encuentran trabajo conforme a derecho.
“Como es un espacio de mediana larga estancia, en promedio están con nosotros de 3 a 6 meses, sin embargo todo es con valoración del área de acompañamiento. Por ejemplo, en el 2017 tuvimos 264 acompañamientos integrales, pero también hubo 200 acompañamientos que fueron parciales, es decir no todas las áreas, pero sí de atención jurídica, psicológica o de albergue”, concluye.
Por su parte, fray Tomás González, encargado del albergue la 72, explica que actualmente hay una situación complicada en Tenosique, Tabasco, debido al gran número de personas que están ingresando a México, y aunque por los éxodos masivos que se han presentado hay dificultades en la atención humanitaria ya que aumentan delitos y violaciones de derechos, en esta temporada siempre hay muchos migrantes que tratan de pasar.
Nosotros no tenemos ninguna ayuda del Estado mexicano, de ninguna autoridad ni municipal, ni estatal, ni federal, estamos con recursos propios, con una red que tenemos al interior de la iglesia y de recursos financieros del extranjero
Fray Tomás González
Fray Tomás agrega: “Hace 15 días estuvimos recibiendo 500 personas por día, pero nuestro albergue es de puertas abiertas, nosotros no cerramos las puertas a nadie aun cuando teníamos a mucha gente pidiendo apoyo”.
El activista que ha trabajado con migrantes desde hace mucho años, cuestión que le causó el acoso de las autoridades de la región, concluye que una buena solución para el problema migratorio es recuperar la capacidad que tuvo México hace unas décadas, cuando era referente para recibir a las víctimas de guerras civiles de Europa, Sudamérica y Centroamérica.