¿Digital o manual? ¿Bluetooth o GPS? ¿Centralizado o descentralizado? Así son los esfuerzos por vigilar la propagación del coronavirus, conocidos como rastreo de contactos, que se están llevando a cabo en Estados Unidos mediante diferentes enfoques sobre el uso de la tecnología y las libertades individuales.
Algunos gobernadores del país han rechazado emprender programas de rastreo digital y en su lugar han contratado a miles de rastreadores de contacto humano, a fin de localizar a las personas que han estado cerca de un individuo con COVID-19.
En ambos sistemas, se comparten los recelos sobre la privacidad y la vigilancia gubernamental.
La plataforma Apple/Google diseñada con Bluetooth busca facilitar el rastreo de contactos digitales, permitiendo que se utilicen los dos sistemas dominantes para comunicarse entre sí.
El sistema presentado por los gigantes de la tecnología se puso a disposición en 22 países, pero hasta ahora se adoptó para aplicaciones en solo tres estados de EU.
De hecho, algunas jurisdicciones están buscando un control centralizado a través de agencias de salud y el uso de localización satelital (GPS), una fórmula rechazada por las empresas por sus riesgos para la privacidad y el respeto de las libertades civiles.
No sabemos todavía si alguna de estas tecnologías funcionará, pero sí sabemos que actualmente carecemos de muchas de las protecciones necesarias para evitar el abuso o extralimitación
dijo Neema Singh Guliani, de la Unión Americana de Libertades Civiles.
Por su parte Jules Polonetsky -miembro del Foro sobre el Futuro de la Privacidad, un grupo de investigación sin fines de lucro- consideró que el sistema lanzado por Google-Apple es equilibrado porque mantiene los datos en privado hasta que los usuarios deciden compartirlos.
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“Confiar en estas aplicaciones es, en mi opinión, una medida de seguridad suplementaria potencialmente útil y que llena un vacio creado por los desafíos actuales”, dijo Polonetsky.
¿Cómo avanza la tecnología?
Varios estados de EU están lanzando sus propias aplicaciones, una situación similar a la de Europa, donde se desarrollan sistemas que compiten entre sí.
Por ejemplo, la aplicación ‘Crush Covid’ de Rhode Island, desarrollada por Infosys, con sede en India, utiliza la detección de localización basada en GPS, mapas y notificaciones automáticas.
Por su parte, la aplicación Healthy Together, de Utah, utiliza un sistema similar y promete eliminar la ubicación y datos tras 30 días.
Respecto a este tipo de apps, algunos funcionarios estatales han presionado a Google y Apple para permitir el uso de datos de ubicación en sus programas.
Polonetsky señaló que “cualquier cambio afectará a los usuarios en todos los países del mundo, creando riesgos de que los gobiernos puedan hacer un mal uso de la API (interfaz) para aplicar leyes o abusos a los derechos humanos”.
En tanto Lauren Sarkesian, del Instituto de Tecnología Abierta de la Fundación Nueva América, señaló que para conseguir una amplia participación “los gobiernos y los proveedores deben garantizar fuertes protecciones de privacidad, especialmente evitando la recopilación de datos confidenciales de ubicación”.
Para ser efectivo, el rastro digital necesita la aceptación de al menos 40 a 60% de la población, según algunos investigadores.
En Utah, unas 45,000 personas -menos del 2% de la población- descargaron la aplicación de rastreo en su primer mes.
Una encuesta realizada por la firma PSB concluyó que dos tercios de los estadounidenses desconfían del gobierno sobre el uso de datos personales a la hora de lidiar con la COVID-19.
El rastreo digital puede verse obstaculizado por una baja tasa de adopción y la competencia entre sistemas, dijo Claire Standley, profesora del Centro de Ciencias de la Salud y Seguridad Global de la Universidad de Georgetown.
Rastreo a la antigua
Al margen de las aplicaciones, algunos estados adoptaron el rastreo de contactos a la antigua con llamadas a los que corren riesgo de infección. Una tarea titánica que tiene sus propios desafíos.
Se necesitarían unos 100,000 nuevos rastreadores para Estados Unidos, según estimaciones optimistas, aunque algunos expertos dicen que el número necesario es mucho mayor.
Nueva York contrató alrededor de 17,000 rastreadores, en tanto California al menos 10,000, un esfuerzo que se ha trasladado a otros estados como Massachusetts, Maryland y Virginia.
Albert Gidari, del Centro de Stanford para Internet y Sociedad, dijo que las aplicaciones serán mejores y más rápidas que un rastreo manual, lento e impreciso, implementado por personas.
Otros expertos aseguran que la pandemia es tan desafiante que requiere una combinación de rastreo humano y digital.
Standley no descarta la fórmula: “puede haber un beneficio adicional al incluir tecnologías digitales junto con el rastreo tradicional”.
Mientras las políticas de rastreo del virus se optimizan, Estados Unidos es el país con mayor número de contagios registrados, más de 1.6 millones de personas, y casi 98,000 muertes, según el recuento de la Universidad John Hopkins.