Durante las últimas tres décadas, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha señalado a por lo menos 35 empresarios de pertenecer a la “mafia del poder”. Sin embargo, el político tabasqueño ha ajustado esta lista según las lealtades de los millonarios hacia su investidura presidencial.

Desde 1999, López Obrador encontró en el rescate bancario del Fobaproa a un “exclusivo” grupo de magnates, a los que calificó como una “minoría rapaz”, “traficantes de influencias” y “beneficiarios de la corrupción”. Tales calificativos hoy los emplea con mayor mesura, a medida que sus viejos enemigos se han convertido en adeptos.

Estos tropos o recursos narrativos, según el discurso obradorista, definieron el antagonismo político y moral que López Obrador utilizó en su carrera, desde que fue presidente del Partido de la Revolución Democrática (1996-1999) hasta su ascenso a la presidencia de la República (2018-2024).

EL CEO analizó las menciones de López Obrador a la supuesta “mafia del poder” desde la década de 1990 hasta la fecha para identificar a los empresarios que habrían “obstaculizado” sus victorias, primero como jefe de Gobierno de la Ciudad de México y luego en las tres elecciones presidenciales en las que participó.

AMLO asegura que ese pequeño grupo de empresarios se benefició primero con la hegemonía política del PRI, luego con la transición democrática del año 2000 y finalmente con el regreso del Revolucionario Institucional en 2012.

Sin embargo, al revisar la lista de empresarios vinculados con la “mafia”, ninguno de ellos se ajusta a dicho calificativo en la actualidad, ya que la mayoría se ha alineado con la nueva autoridad presidencial.

De hecho, a partir de su alianza con el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en 2018, AMLO ha reconocido “el buen comportamiento” del empresariado mexicano y su “institucionalidad” hacia la “Cuarta Transformación”, como mencionó en su conferencia matutina del pasado 21 de junio.

“No se portaron mal, fue muy buena la relación con los empresarios y nos entendimos”, aseguró.

Claudio X., el fracaso del último detractor de AMLO

La contundente derrota en las urnas de la candidata de Xóchitl Gálvez en 2024 no solo descarriló a los partidos de oposición (PRI, PAN y PRD), también acabó con el liderazgo de facto que construyó el empresario Claudio X. González Guajardo sobre la coalición “Fuerza y Corazón por México”. 

La figura de González Guajardo, aunque asegura no estar cerca del sector empresarial, ha simbolizado a la “mafia del poder” durante las últimas tres décadas. Ya que su padre, Claudio X. González Laporte, no solo fue asesor del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, sino también un liderazgo histórico en diversas cámaras empresariales.

En esta narrativa, AMLO también ha identificado al expresidente Carlos Salinas de Gortari como el “jefe de la mafia”; a los expresidentes desde Ernesto Zedillo hasta Enrique Peña Nieto como sus miembros; así como a políticos como Diego Fernández de Cevallos, Manlio Fabio Beltrones, Elba Esther Gordillo, entre otros, como partes del rompecabezas.

Dos empresarios también son señalados frecuentemente por la “colusión” entre el poder público y privado: Claudio X. González Laporte, a quien hasta la fecha acusa de ser su principal opositor dentro del empresariado, y Roberto Hernández, banquero ligado a Banamex y actualmente retirado de los negocios.

El pasado 20 de junio, el periódico La Jornada publicó fotografías de González Laporte  –a quien se le ve con un semblante derrotado, a la espera de una audiencia especial– tras la reunión que sostuvo la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, con dos principales cúpulas empresariales del país: el CCE y el CMN.

La foto llegó a la conferencia matutina del presidente López Obrador: 

Ayer no me gustó, se los digo, la foto de Claudio X González papá –lamentó el mandatario–. Creo que eso no se debe de hacer, porque puede pensar distinto de nosotros y puede ser nuestro adversario, pero no hay que… la palabra es ‘ensañarse’. Es un hombre mayor

expresó. 

El presidente optó por firmar la paz con el dueño de Kimberly Clark, tras haber protagonizado una encarnizada lucha durante las últimas tres décadas, que comenzó cuando el político tabasqueño lo identificó entre los empresarios que se beneficiaron con las reformas del expresidente Salinas de Gortari y el Fobaproa en el siguiente sexenio. 

El fantasma de la “mafia del poder” (1999-2006)

López Obrador –entonces presidente nacional del PRD– publicó el 2 de agosto de 1999 parte del expediente del Fobaproa, en el que señaló a las empresas Grupo Mexicano de Desarrollo y Synkro, propiedad de la familia de Jorge Eduardo Ballesteros Franco, como las compañías “favoritas” del rescate bancario –incluyendo el “rescate carretero”– con cerca del “30 por ciento de los recursos públicos” destinados para tal fin.

Entre los miembros del consejo de administración de los negocios de los Ballesteros, aparecían empresarios que ayudaron a construir el antagonismo contra el político tabasqueño:

Consejo de Administración de los negocios de los Ballesteros

En el documento, el político también identificó al Grupo Lomelín y el Grupo Arzac, vinculados con los empresarios Francisco Javier Lomelín Anaya, Pedro Arizpe Carreón y los hermanos Ricardo y Marcelo Margáin Berlanga.

Diez años después, en su primera carrera a la presencia de la República, López Obrador volvió a arremeter contra quien ya había identificado como uno de los “jefes de la mafia del poder”: González Laporte, de quien, dijo, estuvo detrás de la operación que permitió la victoria de Felipe Calderón. 

Particularmente, AMLO identificó a Claudio X. como uno de los empresarios que, supuestamente, promovieron la “guerra sucia” contra su campaña a través de publicidad que le identifica como “un peligro para México”. Esa vez, el líder político los acusó de destinar al menos 1,000 millones de pesos a descarrilar su victoria.

Sin embargo, también acusó a organizaciones empresariales como el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), encabezado entonces por José Luis Barraza. Un año después, López Obrador denunció que Felipe Calderón entregó Aeroméxico a Barraza (presidente del CCE) y el grupo Banamex (Roberto Hernández), como pago por haberle ayudado a llevar a cabo el “fraude” de 2006.

En ese momento, la “mafia del poder” estaba conformada –según López Obrador– por: el Partido Acción Nacional (presidido entonces por Manuel Espino), el experredista Demetrio Sodi, los empresarios Víctor González Torres (Dr. Simi), Gastón Azcárraga (Grupo Posadas) y José Antonio Fernández Carbajal (de FEMSA). 

En la lista López Obrador también incorporó a Ecología y Compromiso Empresarial (ECOCE), un fondo conformado por Coca Cola y Pepsi, en el que participaban, entre otras marcas, Sabritas, Jumex, Hérdez y Nestlé de México.

Por último, AMLO  acusó a Emilio Azcárraga Jean y otros directivos de Televisa –entre estos Bernardo Gómez, que después se convertiría en su asesor y amigo– de prestar su señal a la “guerra sucia”. Y denunció la participación de empresarios regionales que aún no acaparaban los reflectores por invertir recursos de sus empresas en desacreditar su carrera política. 

Entre ellos: 

La mafia del poder y el supuesto fraude electoral del 2006

Los “enemigos” de López Obrador (2012-2018)

Dos años antes de la siguiente sucesión presidencial, el tabasqueño comenzó a medir el pulso de la iniciativa privada. En junio de 2010, al presentar su libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012″, acusó a los hombres más ricos de México de ser los responsables de lo que calificó como “la tragedia nacional”. 

Enlistó a empresarios –con quienes antes tuvo distancia y ahora muestra respeto– como Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Germán Larrea y Alberto Baillères.

En ese momento, el entonces precandidato a la presidencia, igualmente lanzó dardos contra Jerónimo Arango (fundador de Bodega Aurrerá), Emilio Azcárraga (presidente de Televisa) y Carlos Peralta (propietario de IUSA). 

La “mafia” estaría compuesta  –esta vez– por 30 personas, entre ellos, 16 de los empresarios más ricos de México, los cuales, denunció, eran comparsa de un “grupo compacto” de políticos.

Salinas (de Gortari) es el jefe de este grupo. Son 16 multimillonarios. En su mayoría todo lo que tienen se lo deben a Salinas. Antes de Salinas no pintaban y ahora aparecen en la lista de la revista Forbes entre los hombres más ricos del mundo. (Son) 16 multimillonarios, 11 políticos corruptos del PRI y del PAN y tres tecnócratas

destacó en una entrevista con CNN-Expansión. 

Como en el pasado, el tabasqueño mencionó nuevamente a Diego Fernández de Cevallos, Manlio Fabio Beltrones y Elba Esther Gordillo como “mafia que nos robó la presidencia”. Agregó a la lista al entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y los “tecnócratas” Francisco Gil, Guillermo Ortiz y Pedro Aspe.

Por esos años, AMLO comenzó a tejer nexos con empresarios en el norte del país, quienes estaban relegados de los grupos de poder locales. Usados como arietes, con ellos logró penetrar en los círculos del poder económico.

AMLO rompe al Grupo Monterrey

En noviembre de 2011, el empresario regiomontano Fernando Turner Dávila, presidente de Katcon Global, S.A. de C.V., anunció su afiliación a la causa obradorista. A cambio de su lealtad, López Obrador lo propuso como Secretario de Economía en caso de ganar la elección de 2012.

Junto a él, también comenzaron a simpatizar con el tabasqueño Alfonso Romo y Alberto Santos, dos empresarios defenestrados del llamado Grupo Monterrey, un exclusivo club creado durante el porfiriato que agrupa a las familias regiomontanas más acaudaladas.

La relación de AMLO con este grupo local siempre ha estado marcada por altibajos. Principalmente, con José Antonio Fernández Carbajal ‘El Diablo’, a quien acusa de ser uno de los miembros de la “mafia del poder” que participó en la campaña de desprestigio en su contra en la elección de 2006, y de nuevamente tratar de evitar su ascenso a la presidencia en 2018.

‘El Diablo’ Fernández está casado con Eva María Garza Lagüera, heredera de FEMSA, y sobrina de Alejandro Garza Lagüera. El empresario fallecido el año pasado era suegro de Alfonso Romo; sin embargo, estos llevaban años distanciados después de que en 2005 Garza Lagüera promoviera la salida de su yerno como presidente del consejo de Grupo Savia, acusándolo de malversar los fondos de la familia.

En mayo de 2012, Alfonso Romo –fundador de Vector Casa de Bolsa– aceptó públicamente formar parte de los empresarios que apuntalaron la candidatura del tabasqueño.

Junto con él aparecieron otros empresarios regiomontanos como Mauricio Sada, Adolfo Helmont, Alejando Gurza y Fernando Canales Seltzer, así como el coahuilense Armando Guadiana Tijerina. 

 A varios eventos también le acompañaron Isidro Ruiz Díaz, expresidente de la Canacintra; María del Carmen Rodríguez, de la Canaco; el inversionista minero Sebastián Zertuche; Roberto Vázquez, de la Canacintra, y el constructor Alejandro Pepi de la Peña, quienes impulsaron su plataforma política para el 2012. 

El fin de la “mafia” y el ataque contra el CMN 

La antesala de la contienda electoral 2018 revivió el fantasma de la “mafia” entre las filas obradoristas, ahora representadas en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido político surgido de una asociación civil creada cuando López Obrador aún estaba afiliado al PRD.

Si bien López Obrador mantuvo la narrativa de un posible “fraude”, en la escena cambiaron algunos personajes y otros se mantuvieron: entre los clásicos, Carlos Salinas de Gortari, los empresarios Claudio X. González y Roberto Hernández; así como nuevos, Ricardo Anaya, excandidato presidencial, Alejandro Ramírez Magaña (dueño de Cinépolis) o Eduardo Tricio Haro (propietario de Grupo Lala). 

Como telón de fondo, AMLO señaló al Consejo Mexicano de Negocios, organización que durante la administración de Vicente Fox desapareció temporalmente del mapa, pero que resurgió con más fuerza en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, y, en la administración de Enrique Peña Nieto retomó la fuerza política que tuvo durante la hegemonía priista. 

En mayo de 2017, AMLO aseguró que el expresidente Carlos Salinas de Gortari estaba sosteniendo reuniones con los empresarios Claudio X. González, Roberto Hernández y Fernando Senderos, para perfilar a un candidato a las elecciones de 2018; todos ellos ligados con el CMN. 

Un año después, la confrontación con el organismo empresarial tomó nuevas dimensiones.

En su último libro, titulado “Gracias”, el presidente hizo una revelación que estaba fuera de la discusión pública hasta ahora: una facción del CMN encabezada por Claudio X. González y Alejandro Ramírez, ofrecieron al magnate Carlos Slim postularse a la presidencia, aseveración que fue confirmada por el magnate en su reaparición pública a inicios de 2024.

Una serie de eventos marcaron la lucha final de AMLO contra la “mafia del poder”.

Pero en poco tiempo –ya con López Obrador como presidente electo– dicha relación pasó de la confrontación a la complicidad. Fue tal la “sumisión” de los empresarios del CMN, que bastó una alusión para relegar a Eduardo Tricio y Alejandro Ramírez –entonces cabezas de la organización– quienes fueron reemplazados por Alejandro del Valle Perochena.

Los empresarios optaron por la contención y el diálogo, estrategia que hasta el momento ha generado buenos rendimientos. Pese a la ruptura inicial con AMLO, estos millonarios continúan acaparando las industrias en las que participan y gozando de los beneficios que históricamente han obtenido con sucesivos gobierno (sean del partido que sean).

¿Una reconciliación con la IP? (2024)

El 7 de diciembre de 2022, AMLO volvió a reunirse con el Consejo Mexicano de Negocios en Palacio Nacional. Tenía dos años que no se encontraba con los líderes empresariales por causa de la pandemia.

En lo personal me siento muy contento porque están participando muchos empresarios, y además están ayudando, apoyando para que México tenga crecimiento económico con bienestar y justicia. Es muy buena la relación con el sector empresarial, con todos. Ahora no hay privilegios, el gobierno representa a todos

indicó el tabasqueño en ese momento.

Unos meses después, a inicios de 2023, el presidente asistió a la inauguración de la planta de autos eléctricos de BMW en San Luis Potosí, donde se mostró sonriente, como pocas veces, al lado del empresario Claudio X. González Laporte. La fotografía quedó como una imagen simbólica del fin de la disputa.

El magnate papelero había reconocido los problemas estructurales del país desde el sexenio de Calderón y prefirió tender puentes con la “Cuarta Transformación”, lo que contrastó con la postura de su hijo Claudio X. González Guajardo, líder de la coalición “Va por México” y uno de los críticos más duros del presidente.

Otros empresarios que también estuvieron en la presentación del nuevo auto de BMW fueron Miguel Rincón (Bio Pappel), Daniel Servitje (Bimbo) y Juan González (Gruma) –este último miembro del Grupo Monterrey–, entre otros.

Al evento también asistió el gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien anunció que el gobierno estatal realizaría una inversión histórica en infraestructura para apoyar la instalación de empresas automotrices y de tecnología en la región.

Samuel García ha admitido coincidencias con el presidente López Obrador, a pesar de pertenecer a un movimiento político ajeno a la 4T y de haber sido palomeado por el Grupo Monterrey, el único grupo empresarial que AMLO no logró cooptar totalmente durante su mandato presidencial.

En 2021, López Obrador cabildeó con el grupo de empresarios regiomontanos para que respaldaran a su candidata a la gubernatura de Nuevo León, Clara Luz Flores. 

Sin embargo, los empresarios le dieron la espalda e incluso lo llegaron a comparar con Luis Echeverría. Fue durante ese sexenio –en la década de 1970– que el Grupo Monterrey tomó el papel de contrapeso al poder político, al rechazar públicamente la intención de hacer una reforma fiscal que les obligaría a pagar más impuestos.

La influencia del grupo en la política –a nivel federal y local– no obstante, también ha fracasado durante el actual sexenio.

Y en gran medida, AMLO debilitó al Grupo Monterrey por su enfrentamiento con FEMSA, presidida por ‘El Diablo’ Fernández, compañía a la que el mandatario señaló directamente de pagar tarifas históricamente bajas por el consumo eléctrico a la Comisión Federal de Electricidad, y por su alto consumo de agua.

Además de que, para limar asperezas, FEMSA tuvo que pagar al Servicio de Administración Tributaria (SAT) un adeudo por más de 8,000 millones de pesos.

Después de impulsarlo a la gubernatura, la relación del Grupo Monterrey con Samuel García también se fracturó. Miembros de dicho grupo han señalado que el gobernador los ha amenazado con iniciar investigaciones sobre sus empresas, si no aportan recursos a la administración.

¿El próximo sexenio será mejor para estos empresarios?

El 6 de junio pasado, Claudia Sheinbaum se comprometió a continuar con la política de conciliación con la iniciativa privada y a seguir trabajando por el bienestar de todos los mexicanos. El fantasma de la “mafia del poder”, ha comenzado a diluirse, pero de vez en cuando resurge, cuando la gobernabilidad del país tambalea.

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