Al norte de México se gesta una auténtica ‘bomba del tiempo’ que ya provocó enfrentamientos violentos y el despertar de discursos xenófobos, la cual quedará en manos del gobierno entrante encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

La llegada de las caravanas migrantes a Baja California chocó literalmente con un muro, el de Estados Unidos. Los cerca de 8,000 centroamericanos –hombres, mujeres, niñas y niños– que lograron atravesar México se quedaron varados.

Su presencia causó que sectores sociales de Tijuana y Mexicali digan “no” a su estancia. El gobierno estatal y los municipales hicieron lo mismo. Exigen a las autoridades federales su intervención para hallar una solución pronta para la crisis.

A la administración de Enrique Peña Nieto le quedan menos de 72 horas en el poder y el conflicto migratorio será heredado completamente al gobierno de López Obrador, justo en su punto más álgido y crítico.

Aunado a lo anterior, hay un factor más. El rechazo total y el discurso antimigrante del presidente Donald Trump, lo que pone un escenario de inflexibilidad para tratar de encontrar una salida.

El último tuit del habitante de la Casa Blanca sobre el tema lo muestra: “México debería llevar a los migrantes que ondean banderas, muchos de los cuales son criminales de sangre fría, de vuelta a sus países. Hágalo en avión, en autobús, háganlo como quieran, pero NO van a ingresar a Estados Unidos. Cerraremos la frontera permanentemente si es necesario ¡Congreso, financie el MURO!”.

José Martín Íñiguez Ramos, experto en migración, no duda en señalar que al gobierno saliente de Peña Nieto nunca le importó abordar el tema, no atendieron el problema y el resultado es que dejan preocupantes consecuencias.

El problema fue que la administración saliente al no tomar cartas en el asunto dejó una papa caliente muy fuerte para la administración entrante, la pregunta es: ¿qué tiene que hacer? Tienen que intervenir todas las secretarías de Estado, para aminorar el conflicto social abierto y latente en la frontera

Íñiguez Ramos, ex consultor de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

El catedrático de la Universidad Iberoamericana pone especial énfasis en que el gobierno de López Obrador debe abordar el tema combinando los factores de derechos humanos y seguridad, y se amplíe a otros sectores para que puedan encontrarse soluciones integrales.

“Se debe ir pensando cómo resolverlo de manera integral, no es solo del Instituto Nacional de Migración, en este basurero que dejaron deberán participar todas las instituciones del Estado, de tal manera que yo no veo una solución a corto plazo, sí a mediano y largo”, concluye Íñiguez Ramos.

Aquí te contamos paso a paso el seguimiento del avance de las caravanas en territorio mexicano y la importancia de los albergues migrantes que han brindado apoyo a los miles de centroamericanos en las semanas anteriores.

Equipo de AMLO a la mesa con la gente Trump

El 25 de noviembre varias decenas de migrantes, miembros de las caravanas, trataron de cruzar el muro fronterizo cerca del puente Tijuana–San Diego. La respuesta del lado estadounidense no fue titubeante. Se usaron gases lacrimógenos y balas de goma para dispersarlos.


La cancillería mexicana reportó ese mismo día que la situación estaba controlada, que se deportaría a los que trataron de cruzar y que no existieron heridos por arma de fuego. El 26 de noviembre –al siguiente día–, Relaciones Exteriores envió una nota diplomática al gobierno de Estados Unidos para investigar lo ocurrido.

Consciente del gran problema heredado, el equipo de López Obrador comenzó contactos con la administración del vecino del norte.

El próximo 2 de diciembre, un día después que inicie el nuevo sexenio, Marcelo Ebrard, futuro canciller mexicano, se reunirá con Mike Pompeo, secretario de Estado de EU, para tratar principalmente el tema fronterizo y la situación de las caravanas.

El martes, durante la presentación de otros integrantes de la cancillería, Ebrard explicó en conferencia que con el apoyo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se trazará un proyecto que buscará regular los flujos migratorios, dar opciones desde el origen de los migrantes, promover el desarrollo en la región (Guatemala, Honduras y El Salvador) y respetar los derechos.

El futuro titular de la SRE fue enfático en decir que lo que buscarán específicamente con el gobierno de Trump es persuadirlo y convencerlo para que participe en el desarrollo de esa región. “No quiere decir que ya lo negociamos”, indicó.

Sobre las versiones periodísticas que hablan sobre una especie de Plan Marshall entre ambos países, el cual contemplaría la estancia de los migrantes en suelo mexicano a cambio de una importante inversión estadounidense, que rondaría cerca de los 20,000 millones de dólares, Ebrard indicó que no hay cantidades pactadas. Pero en tono cómico soltó que de alcanzarlo sería “maravilloso”.

“Lo que estamos haciendo en el sur de México es la inversión más grande de los últimos años, también queremos que se haga con Guatemala, Honduras y El Salvador”, dijo, y añadió que la solución debe ser encontrada incluyendo a Centroamérica.

Uno de los estudios de la Cepal en los que el gobierno entrante se está basando destaca que la migración debe tener una visión distinta a la actual, para aprovechar que la mayoría de los migrantes llegan en una edad laboralmente activa, por ejemplo.

El maestro José Martín Íñiguez Ramos advierte que se debe encontrar una salida integral al tema porque al paso de los hechos existe un gran riesgo que los discursos xenófobos sean tomados como banderas políticas.

Desafortunadamente esto que estamos viviendo da pauta para que los nacionalismos salgan de la cloaca y veamos cómo esta sociedad que decimos que es liberal, en el fondo es extremadamente conservadores, racistas, xenofóbicos y discriminadores

concluye el catedrático de la Universidad Iberoamericana.

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