La presidenta Claudia Sheinbaum solicitó, casi como una imposición, el respaldo de los empresarios para definir una estrategia ante la amenaza de aranceles de Donald Trump. La escena evidenció lo que muchos ya sospechaban: la solidez de los supuestos planes B, C y D del gobierno federal es más retórica que realidad.
El encuentro del 5 de marzo con la élite empresarial en Palacio Nacional no fue, en esencia, una presentación de alternativas estratégicas previamente diseñadas por el gobierno, sino un ejercicio de simulación en el que se delinearon los posibles escenarios que enfrentaría México dependiendo de la duración de los aranceles.
En el encuentro se proyectó una presentación con varios escenarios, pero las estrategias de respuesta fueron construidas sobre la marcha y con el apoyo del sector privado, lo que genera dudas sobre la preparación real de la administración frente a este tipo de crisis.
Lo que quedó claro tras la reunión es que, si este jueves 6 de marzo Sheinbaum no logra concretar una llamada con Trump o revertir la aplicación de aranceles a más productos, su gobierno tomará represalias.
Las opciones sobre la mesa incluyen la imposición de aranceles específicos, principalmente a productos agrícolas y bebidas alcohólicas, así como medidas administrativas que podrían encarecer los trámites de visado para ciudadanos estadounidenses.
A lo largo de la semana, Sheinbaum continuará reuniéndose con empresarios y con sus asesora Altagracia Gómez Sierra, buscando afinar una respuesta que, hasta ahora, parece más producto de la urgencia que de la planificación.
Asia ve oportunidades con Sheinbaum
En el sector energético, el interés de Asia por invertir en México sigue en ascenso. Para los inversionistas asiáticos, las leyes secundarias de la reforma energética no son un obstáculo, sino una oportunidad real de negocio, en contraste con la incertidumbre que predomina en otros mercados.
Los inversionistas asiáticos han encontrado la flexibilidad suficiente para participar en sectores estratégicos como generación renovable.
Para ellos, México representa un destino atractivo por su ubicación, costos competitivos y, paradójicamente, por las mismas modificaciones regulatorias que han alejado a otros jugadores occidentales.
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