Las tensiones entre clientes de WeWork y la empresa aumentan, pues los primeros consideran que durante la pandemia el arrendador no ha estado a la altura de los ideales que dice promover.
El negocio de WeWork es la renta de espacios corporativos flexibles, sin embargo se considera a sí misma como como un instrumento para conformar comunidades de apoyo que permitan crear sinergias entre pequeños negocios y ayudarlos a crecer, aunque sus clientes consideran que durante la emergencia por COVID-19 no han mostrado ese sentido de comunidad, reporta el New York Times.
La suspensión de actividades en Estados Unidos y la pérdida de empleo ha puesto en riesgo los ingresos de las pequeñas y medianas empresas que temen no podrán o no estarán dispuestos a pagar el alquiler de su espacio en Wework y se mantienen a la espera de prórrogas o facilidades de la empresa, aunque sin demasiados resultados.
WeWork ha estado trabajando estrechamente con empresas miembros individuales para ofrecer soluciones mutuamente beneficiosas y, en última instancia, ha podido otorgar concesiones a una abrumadora mayoría de aquellos que han solicitado una
dijo la compañía en un comunicado.
La empresa ha negociado con algunos inquilinos diferir el pago de un mes de renta, sin embargo para algunos de ellos, que llevan al menos dos meses sin actividades, ese apoyo es insuficiente, reporta el diario neoyorquino, Además, los clientes que buscan terminar el contrato antes del plazo acordado tendrían que pagar una compensación por los meses que dejarán pendientes.
Ochenta clientes representados por el abogado Jim Walden, socio gerente de Walden Macht & Haran, está presionando a WeWork para que deje de cobrar a los miembros tarifas mensuales.
Él afirma que los clientes de WeWork pueden salirse de sus acuerdos bajo una disposición de la ley del estado de Nueva York que dice que un evento que es “virtualmente cataclísmico” e “totalmente imprevisible” invalida el contrato.
El otro motivo de crítica es que WeWork sí ha logrado aplazar el pago de su propia renta con los propietarios de los edificios en los que se ubica, aunque su situación económica sigue siendo complicada.
La compañía estuvo a punto de colapsar el año pasado luego de que fracasó su intento de realizar una oferta pública inicial y quema efectivo en grandes cantidades.
SoftBank, el conglomerado japonés que había impulsado el rápido crecimiento de WeWork, rescató a la compañía y prometió seguir invirtiendo en ella. Sin embargo SoftBank reportó una pérdida histórica de 12.7 mil millones de dólares en el año fiscal que terminó el 31 de marzo, por lo que puede que ya no tenga tanto interés en ser el salvador financiero de WeWork.
Al cierre de marzo, la empresa fue valuada en 2,900 millones de dólares, es decir 60.3% menos que el último registro realizado en diciembre de 2019.