Para la mayoría de las personas, viajar a las estrellas no es más que un sueño. El 28 de abril de 2001, Dennis Tito logró esa meta, pero no era un astronauta típico. Tito, un acaudalado hombre de negocios, pagó 20 millones de dólares por un asiento en la nave rusa Soyuz para convertirse en el primer turista en visitar la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).

Solo siete personas ‘comunes’ han repetido la experiencia desde entonces, pero ese número podría duplicarse tan solo en los próximos 12 meses.

Dado que la NASA se ha resistido por largo tiempo a llevar turistas espaciales, Rusia —en busca de fuentes de ingresos tras la Guerra Fría—, ha sido la única opción disponible para quienes buscan este tipo de aventura extrema. Sin embargo, parece que el auge de las empresas espaciales privadas facilitará que quienes no son astronautas experimenten el espacio.

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Los vuelos al espacio, como el de Dennis Tito, son costosos por una razón. Un cohete debe quemar una gran cantidad de combustible para llegar con rapidez a una altura que le permita entrar en la órbita terrestre.

Una posibilidad más económica son los vuelos suborbitales, en los que un cohete alcanza suficiente altura para alcanzar el borde del espacio y volver inmediatamente. Mientras que los pasajeros en un viaje suborbital experimentan ingravidez y vistas increíbles, estos lanzamientos son más accesibles.

La dificultad y el gasto que significa cualquier opción ha implicado que, tradicionalmente, solo los Estados-nación han podido explorar el espacio.

Esto comenzó a cambiar en la década de 1990 cuando una serie de emprendedores ingresaron al ámbito espacial. Tres empresas lideradas por CEO multimillonarios han surgido como los principales actores: Virgin Galactic, Blue Origin y SpaceX. Aunque ninguno ha llevado al espacio a clientes privados que pagan, todos prevén hacerlo en un futuro muy cercano.

El multimillonario británico Richard Branson ha construido su marca no solo en los negocios, sino también en su amor por la aventura. En la búsqueda del turismo espacial, Branson ha aplicado a ambos. Estableció Virgin Galactic después de comprar SpaceShipOne, una compañía que ganó el premio Ansari X al construir la primera nave espacial reutilizable. Desde entonces, Virgin Galactic ha buscado diseñar, construir y volar un SpaceShipTwo más grande que pueda transportar hasta seis pasajeros en un vuelo suborbital.

El trayecto ha sido más complicado de lo esperado. Aunque Branson predijo abrir su negocio a turistas en 2009, la empresa ha encontrado obstáculos importantes en el camino, incluida la muerte de un piloto en un accidente en 2014. Después del accidente, los ingenieros encontraron problemas importantes con el diseño del vehículo, que requirió modificaciones.

Elon Musk y Jeff Bezos, los CEO de SpaceX y Blue Origin, respectivamente, iniciaron sus propias apuestas a principios de los dosmiles.

Musk, impulsado por el temor a que alguna catástrofe haga a la Tierra inhabitable, se sintió frustrado por la falta de progreso para hacer de la humanidad una especie multiplanetaria. Fundó SpaceX en 2002 con el objetivo de desarrollar por primera vez tecnología de lanzamiento reutilizable para reducir el costo de llegar al espacio.

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Desde entonces, SpaceX ha tenido éxito con su cohete Falcon 9 y la nave espacial Dragon. El objetivo final de la compañía es la colonización de Marte, enviar clientes que pagan al espacio es un paso intermedio. Musk dice que espera demostrar que los viajes espaciales se pueden hacer fácilmente y que el turismo podría proporcionar una fuente de ingresos para respaldar el desarrollo del sistema Starship más grande y centrado en el planeta rojo.

Bezos, inspirado en la visión del físico Gerard O’Neill, quiere expandir la humanidad y la industria no a Marte, sino al espacio mismo. Blue Origin, establecida en 2004, ha avanzado lenta y silenciosamente en el desarrollo de cohetes reutilizables.

Su cohete New Shepard, que voló con éxito por primera vez en 2015, eventualmente ofrecerá a los turistas un viaje suborbital al borde del espacio, similar al de Virgin Galactic. Para Bezos, estos lanzamientos representan un esfuerzo por hacer rutinarios los viajes espaciales, confiables y accesibles para las personas como un primer paso para permitir una mayor exploración espacial.

Por ahora, SpaceX es la única opción para alguien que busca ir al espacio y orbitar la Tierra. Actualmente tiene previstos dos lanzamientos turísticos.

El primero está programado para septiembre de 2021, financiado por el empresario multimillonario Jared Isaacman. El otro viaje, previsto para 2022, lo organiza Axiom Space. Ambos viajes serán costosos: 55 millones de dólares por el vuelo y una estadía en la ISS.

El alto costo ha llevado a algunos a advertir que el turismo espacial, y el acceso privado al espacio en general, podrían reforzar la desigualdad.

Los viajes suborbitales de Blue Origin y Virgin Galactic tienen un costo mucho más razonable, de entre 200,000 y 250,000 dólares. La empresa de Bezos parece ser la más cercana a permitir turistas a bordo, y dijo después de un lanzamiento reciente que las misiones tripuladas se llevarían a cabo “pronto”. Virgin Galactic continúa probando SpaceShipTwo, pero no se ha anunciado un horario específico para vuelos turísticos.

Aunque los precios son elevados, vale la pena considerar que el boleto de 20 millones de dólares que Dennis Tito adquirió en 2001, podría pagar 100 vuelos de Blue Origin próximamente. La experiencia de ver la Tierra desde el espacio, sin embargo, podría no tener precio para una nueva generación de exploradores espaciales.