El partido que declara al campeón de la NFL es uno de los acontecimientos televisivos más importantes en Estados Unidos y en el resto del mundo. Su audiencia suele superar los 100 millones de personas, y las marcas saben que se trata de una de las vitrinas con mejor exposición, lo que hace que recurran a todo tipo de estrategias para ser parte del evento.

La más tradicional es la de los anuncios comerciales. En la primera edición del Superbowl, el costo promedio de un anuncio de 30 segundos era de 42,500 dólares; para este año, se calcula que el costo será de alrededor de 5.6 millones de dólares, el más alto de la historia.

El precio sigue siendo asequible para las marcas más grandes a nivel mundial, algunas de las cuales ya han hecho públicos sus comerciales antes del juego. Amazon contrató a Ellen DeGeneres y Portia de Rossi para su más reciente campaña de Alexa, Google siguió su tradicional fórmula de un comercial 100% en pantalla para promocionar Google Assistant y GM aprovechará para anunciar su nuevo Hummer 100% eléctrico.

La lista de anunciantes para este año incluye también a Facebook, Audi, Doritos, Budweiser, Hyundai, Walmart y Avocados from Mexico. En 2018, el juego tuvo 86 comerciales.

El anuncio de “Vamos a ir a Disney World” de Brady y Edelman ha sido lanzado.

El par visitará el parque más tarde el día de hoy.

El Super Bowl también tiene espacios comerciales destinados a anunciantes locales, con precios distintos en cada mercado. El año pasado, Fox comenzó a vender estos espacios en su servicio de streaming, con un costo de entre 300,000 y 400,000 dólares. Estos precios parecen un poco altos si tomamos en cuenta que la audiencia promedio del servicio el año pasado fue de solo 2.6 millones de personas.

Un comercial tradicional no es la única forma de acercarte al juego: Pepsi ha sido el patrocinador oficial del show de medio tiempo desde 2012, y tiene un contrato que lo liga al evento por lo menos hasta 2022. De acuerdo con reportes, el derecho de ser el patrocinador oficial del show cuesta alrededor de ocho millones de dólares por año.

Otra marca con una forma poco ortodoxa de relacionarse con el evento es Disney. En 1987, el mariscal de los Gigantes de Nueva York, Phil Simms, se convirtió en el primer jugador en responder “voy a ir a Disney World” a una pregunta en la entrevista posterior al partido. De acuerdo con el mismo Simms, Disney le ofreció 50,000 dólares y un viaje al parque con todos los gastos pagados a cambio de la mención.

Desde entonces, la frase se ha vuelto tradicional en las entrevistas de los jugadores más destacados del partido, quienes además son homenajeados con un desfile al interior del parque. Disney utiliza el video de las respuestas para producir su propia campaña que comienza a transmitirse después del partido. Ser una “tradición” también tiene sus ventajas: Peyton Manning utilizó la famosa frase en su entrevista posterior al Super Bowl 50, a pesar de que Disney no le pagó por hacerlo.

Finalmente, los patrocinadores oficiales de la NFL también tendrán menciones durante el juego. Verizon tiene un contrato que corre hasta 2023, con un valor de 300 millones de dólares anuales; Anheuser-Busch InBev, la cervecera propietaria de Grupo Modelo, paga 230 millones anuales por ser patrocinador oficial;, mientras que Nike y Pepsi pagan 120 y 100 millones, respectivamente.