El presupuesto sugerido para Pemex en 2021 revela que las pretensiones de producción, y ahora exploración, que tiene el Ejecutivo Federal no están en línea con la forma en que está operando la empresa, sobre todo si se planea que las metas se consigan sin la asistencia de farmouts y asociaciones con privados.

La mejor opción es la de establecer proyectos a largo plazo que no verán resultados en este sexenio, sin embargo, el presidente López Obrador no comulga con la idea.

“El problema son las propias limitaciones que se ha puesto la administración en cuanto a exploración: no a farmouts, no hay dinero para aguas profundas, no vamos a hacer fracking. Es amarrarse un pie al otro”, explicó Adrián Calcaneo, director de Líquidos y Midstream en IHS Markit.

“El presidente pensó que se iba a resolver con una coordinación más centralista, pero es un tema muy complicado y con mucho riesgo, y esa es una visión simplista”.

Calcaneo consideró que las metas iniciales de 2.4 millones de barriles diarios son prácticamente inalcanzables, además de que se trata de un número que no tiene una razón lógica de ser y que, de ser conseguido, no garantiza ganancias para Pemex.

A mediados de año, el presidente comentó que Pemex tendría metas de producción más contenidas (de alrededor de 1.6 millones de barriles diarios) y que se enfocaría en aumentar las reservas nacionales de crudo.

A principios de septiembre estableció metas cercanas a los 1.8 millones de barriles diarios y reiteró la necesidad de aumentar las reservas nacionales.

El problema, dice Calcaneo, es que “las reservas no aumentan por decreto presidencial”, y que un proceso de exploración sin las herramientas a las que ha renunciado Pemex podría resultar más costoso que los procesos de producción y no tener resultados favorables, lo que podría complicar las finanzas de Pemex.

Como el sexenio ha probado, la producción y refinación tampoco aumentan por decreto presidencial, señaló Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México.

“El petróleo barato ya se acabó y no tenemos megayacimientos. Los yacimientos que tenemos no son muy productivos ni requieren mucha inversión, pero no nos van a dar la producción que ellos quieren”, dijo.

Sánchez consideró que, para alcanzar las metas que busca presidencia se necesitaría mucho dinero, y para que estas inversiones lleguen hace falta que algo en México cambie.

“Hay una restricción de acumulación. Una sola empresa no puede acumular tanto capital y ser así de productiva. No vas a tener un boom como el shale con una sola empresa, en Estados Unidos fue un movimiento de muchas empresas e incluso varias de ellas quebraron”, explicó.

El otro cambio que podría impulsar un boom sería el descubrimiento de yacimientos tan atractivos como los que tiene Aramco en Arabia Saudita, e incluso pareciera que la apuesta de la administración es que una inversión en exploración necesariamente tendrá este resultado.

“Ya le pegaron dos veces a la lotería: una con Cantarell y una con Ku Maloob Zaap. Pedir pegarle una tercera vez, y decir que esta vez sí es la buena, es complicado. Las reservas son una forma de vender el progreso de la administración actual porque los tiempos se están acabando y muchos proyectos no van a estar listos en estos cuatro años”, consideró Calcaneo.

Tal vez el origen de todos los problemas, resaltó el experto, es justamente que la administración se está enfocando en los tiempos artificiales del sexenio y no en los tiempos que tienen que ver naturalmente con la producción de petróleo, algo que ya provocó una producción menos que óptima en Cantarell.

“Los tiempos ideales de recuperación no los pone la presidencia, los pone la geología”.