Los vehículos eléctricos representan una proporción cada vez más grande de los planes de la industria automotriz en los próximos 20 años. Sin embargo, la baja producción de ciertos insumos necesarios para la producción de baterías y trenes motrices eléctricos requerirá de una gran inversión para ser corregida y evitar que se convierta en una limitante para la industria.

“Los primeros Tesla Roadster están por cumplir 13 años. El reciclaje de sus baterías, y de otras baterías en general, no es un negocio sexy, pero está a punto de convertirse en uno muy relevante”, dijo a Bloomberg J.B. Straubel, exjefe de la división de baterías de Tesla.

El cuello de botella en los insumos para la fabricación de autos eléctricos está por agravarse, luego de que GM confirmó sus planes de producir 100% vehículos eléctricos para 2035, aunado a la insistencia con la que Joe Biden ha impulsado la idea de un futuro totalmente eléctrico para el parque vehicular estadounidense.

En mayo de 2019, Tesla ya había advertido que los volúmenes de minería de ese entonces llevarían a escasez de níquel, cobre, y otros minerales necesarios para la fabricación de baterías para autos eléctricos. Todo esto se debería, según la compañía, a una subinversión crónica en el sector minero.

Los autos eléctricos, que requieren el doble de cobre que sus contrapartes de combustión interna, también tendrán que competir con la industria de la tecnología para adquirir estos minerales. Un estudio de la consultoría BSRIA calculó que tan solo el consumo de cobre de las bocinas inteligentes pasará de 40,000 toneladas en 2020 a 1.5 millones en 2030.

Tesla incluso ha manifestado su intención de analizar una posible entrada al mercado de la minería. “No tiene sentido que la compañía añada complejidad a sus modelos si no tiene baterías. Es un aumento de complejidad sin ganancia”, dijo Musk en una llamada con inversionistas en 2019. La compañía ha dicho también que está abierta a alianzas con minas en Australia y Estados Unidos.

El negocio del reciclaje de baterías, en el que Straubel incursionó con su compañía Redwood Materials, resulta cada vez más atractivo. Se espera que el segmento compuesto por compañías como la canadiense Li-Cycle, la china GEM, y la belga Umicore, sea capaz de reciclar alrededor de 125,000 toneladas de níquel para 2030.

Se trata de solo 10% de la demanda proyectada para ese año, pero este número podría crecer con la adopción mundial de políticas como la prohibición de baterías en tiraderos de basura, que ya existe en Europa y China.

El reto más grande para el despegue de esta tendencia será competir contra la constante disminución en el precio de las baterías. Entre 2010 y 2020, los precios disminuyeron alrededor de 89%, y Bloomberg estima que los precios caerán otro 50% para 2030.

La mayoría de las empresas que se dedican a reciclar componentes lo hacen con pérdidas, a la espera de que el volumen de reciclaje eventualmente las haga rentables.

Sin embargo, con el uso constante de nuevos componentes, y la demanda de baterías más eficientes, la industria podría quedar a merced de que los propios consumidores exijan soluciones más amigables con el medio ambiente: algo que podría no ocurrir en una sociedad hambrienta de más y mejores teléfonos, computadoras y autos.