Tesla, de Elon Musk, busca construir su primera planta en México, sin embargo, esta intención ha sacado a la luz las debilidades del país para aprovechar el nearshoring, principalmente por preocupaciones en materia energética y la interferencia política. 

La pandemia de COVID-19 desembocó en diversos problemas de suministro y logística que afectaron a múltiples industrias, entre  ellas a la de automóviles debido a que gran parte de las piezas utilizadas provenían de Asia. 

Ante este panorama, México se presentó como un terreno fértil para las grandes compañías estadounidenses, que ahora buscan instalarse en este territorio para ahorrar en salarios, energía, combustibles e insumos. 

 

Sin embargo, la inminente llegada de Tesla muestra que no todo será bueno. Si bien las señales indican que Monterrey será el destino elegido debido a su cercanía con Estados Unidos, su fuerza laboral y la vida cómoda que podría brindar a los ejecutivos, el presidente mexicano parece tener predilección por Hidalgo. 

Diversos analistas han dicho que el gobierno mexicano parece haber intentado inclinar la balanza en favor de Hidalgo debido a que el gobernador es aliado de Andrés Manuel López Obrador y está ubicado cerca del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), una de las obras insignia de su administración. 

Es muy importante tener en cuenta los factores políticos en este momento y este es un ejemplo perfecto. El tema Nuevo León-Hidalgo es 100% político

sostuvo Claudio Rodríguez, abogado de Holland & Knight especializado en energía.

Por su parte, Alejandra Soto, de la consultora Riks sostuvo que desarrollar otras regiones puede ser importante para el crecimiento de México, “pero forzar a alguien (a instalarse en un lugar determinado) no es positivo”.  

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Problemas de energía

Además de la intervención política, la energía es un aspecto que empresas como Tesla y otras que quieran aterrizar en México deben considerar

La actual administración ha beneficiado a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con sus políticas pese a las críticas recibidas debido a que la forma en la cual genera energía es considerada como contaminante, además de que se desplaza a la iniciativa privada.

Esta situación incluso ha traído disputas con Estados Unidos y Canadá, al considerar que la política energética de México viola el tratado comercial que sostienen las tres naciones, a lo que el gobierno mexicano sólo ha argumentado que no deben interferir en la política interna del país.

Llama la atención que las decisiones de suministro de energía estén determinadas por criterios políticos cuando debería ser una cuestión de mercado abierto y de disponibilidad para que las industrias elaboren sus planes de negocio con base  a lo que mejor les convenga

subrayó Juan Francisco Torres, abogado de Hogan Lovells. 

La inversión extranjera directa hacia México aumentó un 12% el año pasado para llegar a los 35,300 millones de dólares, según datos preliminares, otra señal de que el nearshoring está cobrando impulso, dicen analistas.

Imagínate lo que sería si tuvieras una política rentable en materia de inversiones, eficiente en materia de energía, con grandes facilidades. Estaríamos volando a 30,000 pies y teniendo inversiones inacabables, pero eso no está sucediendo

puntualizó Torres. 

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Con información de Reuters