Las ventajas geográficas de México frente a otros países permiten que la demanda de gas natural siga siendo satisfecha incluso durante una crisis como la que existe actualmente a causa del COVID-19 y el conflicto entre Rusia y Arabia, por lo que la capacidad industrial que depende de este insumo no debería verse afectada, explicaron expertos.
México es el único país de todo el mundo que está interconectado por ducto a esas fuentes de gas [en Estados Unidos].
“Tú puedes hacer un pedido por barco y este se puede retrasar o puede dar vueltas porque no encuentra comprador final, pero el ducto no se puede parar. Si esto se sigue prolongando se retrasarán los proyectos de plantas de licuefacción, pero no se van a parar los pozos que permiten suministrar a México”, señaló Rosanety Barrios, analista del sector.
La experta resaltó también que, si México contara con la infraestructura necesaria, podría estar aprovechando los bajos precios actuales para crecer sus reservas y utilizarlas cuando el precio del gas vuelva a subir.
Los precios actuales del gas han bajado, pero sus futuros se encuentran al alza debido a su papel preponderante durante la transición energética y a la dificultad de sustituirlo en la demanda industrial.
A esto se añade la presión mundial de disminuir las emisiones de carbono, así como la necesidad de dejar de depender de la volatilidad de los precios del crudo.
“En temas de uso de gasolina y diésel, muy probablemente haya países que tengan que acelerar sus políticas internas para reducir la dependencia. Eso podría permitir que, para efectos de gas natural, siga habiendo mercado y México pueda seguir aprovechando esta interconexión única. Las cosas estarán más claras conforme vayamos viendo cómo evolucionan las diferencias entre Arabia y Rusia”, advirtió Barrios.
En el corto plazo, China buscará reactivar su economía, para lo que requerirá líquidos de gas para la producción de plástico, lo que garantizaría la producción continua de gas combustible para satisfacer la demanda de los líquidos.
Shell, la petrolera holandesa, también está apostando por satisfacer la demanda mundial de plástico a pesar de las advertencias ambientales.
La compañía ha invertido en una fábrica en Pennsylvania, en el sitio de una antigua soldadora de zinc, la cual será capaz de producir hasta 1.6 toneladas de plástico al año. La materia prima será traída de los campos Marcellus y Utica, en el noreste de Estados Unidos.
El Consejo Americano de Química ha calculado que la explosión en producción de gas shale ha traído 200,000 millones de dólares en inversiones similares a las de Shell, que buscan producir químicos y aprovechar los bajos precios del gas natural en Estados Unidos.
Sin embargo, las compañías que realizaron estas inversiones podrían estar pecando de optimismo.
Kingsmill Bond, jefe de estrategia energética en Carbo Tracker, explicó al Financial Times que “los plásticos son el ejemplo más claro de una brecha entre lo que espera la industria y lo que la sociedad demanda. El riesgo para los inversionistas es que las compañías están construyendo para una demanda que podría no venir”.