El gobierno estadounidense se encuentra en busca de alternativas para disminuir el impacto de la crisis petrolera en su industria nacional. Las acciones a tomar por la administración podrían ir desde aumentar los límites a los préstamos contemplados en el paquete de estímulos hasta comprar petróleo para agregar a la reserva de emergencia sin que las empresas lo extraigan del subsuelo, de acuerdo con analistas.

El secretario de Energía estadounidense, Dan Brouillette, dijo que estaba trabajando con el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, para duplicar el tamaño de los préstamos disponibles para las empresas medianas del sector.

“Tiene que ser una cantidad más cercana a los 200 o 250 millones de dólares para que sea un beneficio real para ellos”, dijo Brouillette en una entrevista para Reuters donde reveló que esta semana sostuvo reuniones con representantes de la industria.

El secretario reveló también que él y Mnuchin se encuentran trabajando con reguladores de la industria bancaria de Estados Unidos para garantizar que las instituciones financieras no discriminen a las empresas petroleras al momento de elegir a quién otorgar créditos.

Múltiples instituciones financieras han anunciado recientemente su intención de considerar el impacto ambiental de una empresa como parte de su viabilidad a largo plazo, lo que impactaría particularmente las opciones de financiamiento de las empresas de hidrocarburos.

De acuerdo con Reuters, la industria de hidrocarburos tiene deudas que ascienden a los 200,000 millones de dólares, las cuales están respaldadas por reservas de petróleo y gas, cuyo valor se encuentra a la baja.

La administración de Donald Trump también podría estar considerando una acción que los grupos ambientalistas han solicitado durante años: pagar a las empresas de hidrocarburos para sumar su crudo a las reservas estratégicas sin extraerlo del subsuelo.

Bloomberg reportó que la adquisición podría incluir hasta 365 millones de barriles, cuyo costo ascendería a los miles de millones de dólares.

El movimiento tiene un precedente legal que permite al Departamento de Energía apartar hasta 1,000 millones de barriles para emergencias, los cuales pueden ser almacenados fuera de las reservas existentes del país. Este poder, sin embargo, nunca se ha utilizado para mantener el crudo en el subsuelo.

La decisión de “mantenerlo en el suelo”, que irónicamente ha sido un eslogan utilizado por grupos ambientalistas, podría obedecer a la falta de almacenamiento en Estados Unidos. Trump ha hecho alarde del alto porcentaje de utilización de su infraestructura, lo que ahora podría prevenir a las empresas petroleras almacenar su producción futura.

Bloomberg advierte que el gobierno de Trump recientemente recibió la negativa del congreso para gastar 3,000 millones de dólares en la compra de petróleo para la reserva estratégica nacional, por lo que el éxito de este nuevo plan no está garantizado.

Si el plan fuera aprobado, las empresas independientes, que han anunciado recortes a sus inversiones de hasta 55%, serían las más beneficiadas. El gobierno estadounidense adquiriría sus reservas probadas mediante subastas y solicitaría un paro indefinido en la producción. Cuando el crudo finalmente fuera extraído y vendido, las ganancias serían para la tesorería estadounidense.