El nuevo Plan Nacional de Energía, presentado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, para el sector hidrocarburos y Petróleos Mexicanos (Pemex), representa una oportunidad para aliviar las cargas fiscales de la empresa. Sin embargo, también podría afectar la competitividad de la petrolera en el contexto energético global.

Según analistas consultados por EL CEO, el impacto de este plan se puede dividir en tres grandes categorías: lo bueno, lo malo y lo feo.

Lo bueno del proyecto, la parte fiscal 

Esta estrategia representa un avance significativo para la compañía y se puede tomar, de manera inicial, como una estrategia positiva, consideró César Augusto Rivera de Jesús, investigador en Transición Energética y Medio Ambiente del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP)

Rivera señala que “la simplificación de los derechos fiscales y la distinción entre petróleo y gas no asociado es positiva, ya que ambos hidrocarburos requieren diferentes costos de extracción y procesamiento”.

El cambio implica que Pemex ahora pagará un solo derecho que dependerá del precio de la mezcla mexicana y de la producción total, en lugar de los múltiples derechos que anteriormente complicaba el sistema tributario.

En términos prácticos, el nuevo régimen fiscal elimina los derechos de exploración y extracción, concentrando el pago en el Derecho de Utilidad Compartida, ahora llamado Derecho Petrolero para el Bienestar, con una tasa del 30%. 

Esto significa que Pemex podría reducir sus obligaciones fiscales mensuales en aproximadamente 5,000 millones de pesos, lo que se traduciría en un ahorro anual estimado de 60,000 millones de pesos. Aunque también se podría tomar que el gobierno dejaría de percibirlo.

“Este cambio podría representar un respiro financiero considerable para Pemex, especialmente si se considera que esos recursos pueden destinarse a reducir la deuda o pagar a proveedores”, comenta Rivera de Jesús.

Para César Rivera, “es fundamental que este nuevo esquema fiscal para Pemex venga acompañado de una estrategia presupuestaria clara en el Paquete Económico de 2025”. 

Según el investigador, si la Secretaría de Energía (Sener) no aporta recursos adicionales para compensar la reducción de ingresos fiscales, el impacto se trasladará a otros sectores del presupuesto nacional. 

La preocupación principal radica en que, al centrar recursos en Pemex, se esté sacrificando el desarrollo de otras áreas prioritarias.

“Si el ajuste se realiza sin un financiamiento adecuado y sin apoyo de la Secretaría de Energía, este modelo fiscal podría debilitar otras áreas clave del gasto público”, concluye Rivera.

Para el analista energético Carlos Flores, el mensaje central del gobierno es que Pemex finalmente está dispuesto a abordar la transición energética, un cambio que otros gigantes del sector petrolero mundial ya han implementado desde hace varios años. 

Ejemplos como la francesa TotalEnergies, que ha expandido sus operaciones hacia proyectos de energía eólica y solar, demuestran cómo las petroleras están diversificando sus fuentes de ingresos para mantenerse “competitivas en un mercado que premia cada vez más la sostenibilidad”.

A nivel regional, Petrobras, la estatal brasileña, también ha avanzado en este sentido, integrando fuentes renovables en su matriz energética, lo que refuerza su posición en un sector que tiende hacia las bajas emisiones.

La incursión de Pemex en energías renovables podría impulsar la competitividad de la empresa en el mercado internacional, además de mejorar su imagen, que se ha visto deteriorada por su apego casi exclusivo al petróleo,

dijo Flores.

Sin embargo, advierte que el anuncio llega con retraso y en un contexto que requiere más que promesas.

Lo malo: subsidiarias y el impacto en la operación y productividad de Pemex

La política de austeridad para Pemex y la nueva reforma energética también afectarán a las subsidiarias de la petrolera, Rivera de Jesús señala que una reducción en los gastos operativos podría llevar a la compañía a descender su inversión en mantenimiento y proyectos de expansión, lo que a largo plazo, impactaría negativamente en la productividad de la empresa. 

“Con menores recursos destinados a las subsidiarias, Pemex corre el riesgo de ver afectada su capacidad operativa, lo cual podría traducirse en una menor producción y un aumento en los costos de mantenimiento no programados”, advierte el experto del CIEP.

Sin embargo, esta reducción de gastos podría, en el mejor de los escenarios, permitir que Pemex destine una mayor parte de sus ingresos a la reducción de su abultada deuda, que continúa siendo una de las más altas en la industria a nivel global. 

Si bien se espera que el nuevo esquema fiscal libere fondos para cubrir obligaciones financieras, el impacto de estos recortes en la productividad operativa de Pemex es aún incierto.

“Esta reforma es un paso en la dirección correcta si se considera la necesidad urgente de Pemex de sanear sus finanzas”, dijo César Augusto Rivera de Jesús.

El investigador insistió que “sin una política presupuestaria complementaria y un plan claro para evitar que se vean afectados otros sectores del gasto público, esta estrategia podría quedarse corta frente a los problemas estructurales de la petrolera”.

En tanto, Carlos Flores señaló que la principal crítica se centra en la capacidad de Pemex para ejecutar proyectos sin comprometer su ya debilitada situación financiera. 

“A esto se suma una deuda con proveedores que ronda los 20,000 millones de dólares, además de obligaciones de corto, mediano y largo plazo que limitan su margen de maniobra”.

Según el analista, intentar abarcar nuevos proyectos sin solucionar estos problemas podría empeorar la situación financiera de la empresa en lugar de mejorarla.

Lo Feo: Falta de confianza de los inversionistas y la competencia regional

Un aspecto problemático, y poco mencionado, es el entorno de inversión en el sector energético mexicano, que se ha deteriorado considerablemente en los últimos años, aseguró Carlos Flores.

“Las grandes empresas han perdido interés en México como destino de inversión en hidrocarburos y electricidad”.

La falta de certidumbre jurídica y los cambios constantes en las regulaciones energéticas han llevado a las empresas a buscar mercados más estables en la región, como Brasil, Colombia y Chile, donde las condiciones son más favorables para proyectos de gran envergadura.

Pemex enfrenta una competencia considerable en América Latina, y aunque el anuncio de un enfoque hacia energías renovables podría parecer un atractivo para inversionistas, los detalles regulatorios que definirán la participación del sector privado en esta transición energética no estarán listos hasta 2024. 

La presidenta Claudia Sheinbaum indicó que las leyes secundarias, que establecerán estos lineamientos, se presentarán en enero o febrero del próximo año. Sin embargo, el analista Flores opina que “sin un marco regulatorio claro, cualquier iniciativa hacia energías renovables es puramente teoría y no representa un cambio concreto para los inversionistas”.

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