El año que terminó fue peor para la crisis climática de lo que muchos expertos habían vaticinado: a pesar de que cada vez nos acercamos más al 2030, fecha límite para conseguir importantes avances, el balance de este año no resultó tan positivo como la crisis lo demanda.

Esto fue lo peor y lo mejor de 2019.

1.- Emisiones récord que parecen seguir en aumento

Las simulaciones creadas por las ONG y empresas privadas para encontrar un modelo que pueda mantener el calentamiento global por debajo de 2ºC apuntan a que, para 2019, las emisiones de carbono y el consumo de hidrocarburos ya deberían haber alcanzado su cenit. Sin embargo, la realidad refleja que la industria y el transporte siguen dependiendo de combustibles fósiles, lo que sigue impulsando su demanda.

A futuro, la disminución en el consumo mundial dependerá en gran medida de que China, India, y una creciente África, encuentren la fórmula para satisfacer sus necesidades energéticas mediante el uso de energías alternativas, una misión en la que Europa quiere ayudar.

2.- Oportunidades desperdiciadas

La Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas en Madrid fue una gran decepción para los expertos y analistas del sector: lo que se posicionaba como un posible primer gran paso de gobiernos internacionales para combatir la crisis terminó por consolidarse como una ceremonia hueca y carente siquiera de gestos vacíos.

El ruego de António Guterres de emitir metas nacionales de emisiones y eficiencia más agresivas parece haber caído en oídos sordos, y la comunidad internacional tendrá que esperar a la COP26 en Glasgow, Escocia, para saber si el paso el tiempo genera un sentido de urgencia en los distintos gobiernos.

De acuerdo con múltiples científicos, 2030 será una fecha fundamental para haber reducido las emisiones globales al menos un 50%, cantidad para la cual aún no se han conseguido los avances necesarios.

3.- Aramco muestra que el petróleo sigue siendo el rey

Las grandes empresas petroleras a nivel mundial han iniciado procesos de diversificación de activos, colocando inversiones en áreas de tecnologías limpias como desarrollo de paneles e investigación de tecnologías de almacenamiento energético. Sin embargo, la petrolera más grande del mundo se rehúsa a seguir este modelo, y este año demostró que no necesitó echar mano de él para convertirse en la empresa más valiosa del planeta.

Tras su oferta pública inicial, la valuación de compañía árabe logró alzarse momentáneamente por encima de los 2 billones de dólares, cifra que era la meta de su mesa directiva y que algunos expertos del sector dudaban que pudiera alcanzar.

A pesar de que el mundo entero parece convencido de que las energías limpias son la mejor inversión a futuro, Aramco demostró que, en 2019, el petróleo todavía es quien manda.

Sin embargo, no todo el saldo es negativo, y algunos de los actores más importantes para la crisis climática han revisado la gravedad de sus diagnósticos, mientras algunos otros se han comprometido a redoblar esfuerzos para mitigar sus efectos en la situación mundial.

1.- Europe Green Deal

La Comisión Europea anunció en diciembre lo que la prensa ha llamado “el más grande cambio político desde la formación de la Unión Europea”: un set de reglas medioambientales que abarcan a distintas industrias como la construcción, la agricultura y la generación eléctrica, y que buscan que el continente consiga ser cero emisiones para 2050.

A pesar de la decisión de Polonia de no ser incluída en el acuerdo, éste podría reducir un 10% de las emisiones mundiales de manera directa, y otro tanto de forma indirecta, mediante la contención de inversiones que pudieran traducirse en actividades contaminantes.

2.- Empresas abren los ojos

Durante este año, importantes empresas de los sectores más conflictivos para la crisis climática han hecho anuncios alentadores: VW y GM se han comprometido a un futuro de autos 100% eléctricos, mientras que Shell, BP y otras petroleras están realizando esfuerzos para diversificar sus portafolios e incluir energías limpias.

Repsol fue aún más allá, y durante el último trimestre del año anunció que apunta a convertirse en una empresa de cero emisiones netas para 2050, esto incluye compensaciones por las emisiones generadas a través de sus productos. Expertos a nivel mundial esperan que la presión social y de inversionistas lleve a otras petroleras a seguir este ejemplo.

GM y Ford, por su parte, se unieron a Exxon, dos compañías de energía e IBM para formar un grupo que busca convencer a legisladores estadounidenses de establecer un impuesto sobre las emisiones de carbono. La Agencia Internacional de Energía cree que este tipo de impuestos son absolutamente necesarios para conseguir mantener el calentamiento global por debajo de 2ºC.