La brecha de género es uno de los principales obstáculos para atraer talento al sector energético, por lo que no se trata sólo de un tema de derechos humanos, sino también de condiciones operativas y factibilidad económica, explicó Sandra Caballero, coordinadora general de la Red Mujeres en Energía Renovable y Eficiencia Energética.

En su participación durante un evento organizado por AES México, Caballero lamentó que los datos existentes para constatar la participación de mujeres en el sector siguen siendo escasos; sin embargo, reveló que, a nivel mundial, las mujeres ocupan entre el 10 y el 25% de los puestos en empresas energéticas.

Según una encuesta realizada por la propia red, sólo el 21% de los alumnos matriculados en áreas afines a energía son mujeres.

De las mujeres que consiguen un empleo en el sector, el 40% se encuentra en puestos junior, lo que complica sus posibilidades de proyección laboral. Sólo el 22% de los managers y el 16% de los cargos ejecutivos están ocupados por mujeres.

Natalie Flores, miembro del Consejo Mujeres en Energía Renovable México, resaltó que las empresas tienen que reconocer la distinción entre diversidad e inclusión.

“Una cosa es decir ‘vamos a tener diversidad’ y establecer una meta de 40% de mujeres, pero si no hay inclusión, si no se sienten cómodas y no están seguras en su lugar de trabajo, las mujeres no se quedan en la empresa y no se puede retener ese talento ni mantener esos porcentajes [de diversidad]”.

El tema de la transición energética está ligado también a la reducción de la brecha de género. El porcentaje de mujeres ocupadas en este segmento es mayor al promedio del sector energético, aunque sigue siendo menor al de la economía en general. Además, las energías renovables siguen empleando a las mujeres en puestos no técnicos, sobre todo ventas y posiciones administrativas.

Una encuesta realizada por la IRENA en 2019 mostró que sólo el 28% de las mujeres que laboran en el sector están empleadas en áreas técnicas relacionadas con ingeniería, ciencias, tecnología y matemáticas.

Caballero advirtió que las políticas transversales y los programas de sensibilización de género son dos de los elementos más importantes para conseguir el cierre de esta brecha. Además, invitó a que se piense en las mujeres no como beneficiarias de programas, sino como agentes de cambio con una responsabilidad sobre su propio desarrollo.

Flores destacó también la utilidad de contar con talleres que permitan a las mujeres reintegrarse al mercado laboral tras una pausa voluntaria o no voluntaria. Según una encuesta de la Red Mujeres: el 39% de las mujeres han tomado una pausa laboral voluntaria, mientras que el porcentaje de hombres sólo alcanza el 25%.

La OCDE calculó el impacto económico de la desaparición de la brecha de género en México en 800,000 millones de dólares anuales, lo que equivaldría a un aumento del 70% en el producto interno bruto.