El mayor obstáculo para que las empresas logren consolidar su rama de e-commerce es la última milla, que se refiere al trayecto terminal para que el producto se entregue al consumidor, por eso las firmas buscan espacio de almacenamiento al interior de la Ciudad de México para facilitarlo. Estos espacios son conocidos como almacenes de última milla.
“Ahora las nuevas búsquedas van hacia el interior de la ciudad, intentando encontrar propiedades de un tamaño adecuado, por lo menos de 8,000 a 10,000 metros cuadrados cercanas a una arteria o vía principal de las que cruzan la ciudad, como Periférico, Viaducto o Circuito Interior”, dijo Francisco Muñoz, senior VP logistics en CBRE.
Si bien los grandes almacenes y centros de transferencia se ubican normalmente en la periferia de la ciudad, como es el caso del corredor industrial CTT (Cuautitlán, Tultitlán y Tepotzotlán), en el caso de los almacenes de última milla, éstos se encuentran a una distancia menor del usuario.
De esta forma, las compañías transportan desde sus centros logísticos maestros la mercancía a los almacenes en el interior de la ciudad, para después ser desplazados de forma más fácil con la ayuda de camionetas tipo van, camiones pequeños y motocicletas.
El objetivo de los pequeños centros de distribución es reducir al máximo los tiempos de entrega, hasta en 24 horas. Las diferentes plataformas nativas digitales como Amazon o Mercado Libre, ofrecen el despacho de los artículos en ese lapso, lo que presiona a sus competidores a reducir sus tiempos.
Reconversión de espacios en CDMX
Si de algo sufre la capital del país es de la falta de espacios para desarrollar complejos industriales. Las pocas zonas con el uso de suelo que aún quedan en la ciudad están en abandono y no cuentan con inventario disponible, como es el caso de Atlampa o Vallejo, al norte de la urbe. Por ende la opción es el reciclaje.
“Estamos viendo que terrenos con vocación habitacional dentro de la ciudad, ante la baja en la construcción y las restricciones que se impusieron para construir departamentos dentro de la ciudad, son propicios para hacer un cambio de uso de suelo y aprovecharlos como centros de última milla”, comentó Muñoz.
Otros ejemplos pueden ser las antiguas fábricas industriales que están en desuso, desde que se prohibió su operación en CDMX para evitar la contaminación del aire en la zona en siglo pasado.
También, existe la oportunidad de aprovechar los espacios de algunos centros comerciales, que ante la rápida expansión del comercio electrónico podrían utilizar sus espacios muertos para almacenar productos.
El futuro del consumo se vislumbra un modelo híbrido, entre lo físico y lo electrónico, luego del rápido crecimiento que tuvo el comercio electrónico en el país.
“La gente ya entendió que puede hacer todas sus compras en línea, sólo tiene que ir a recoger sus productos, pero también a la gente le gusta ir a ver lo que compra, vas a seguir teniendo tiendas físicas”, comentó el ejecutivo.