Durante el fin de semana, el CEO de Tesla, Elon Musk, sugirió que su compañía podría vender sus tenencias de bitcoin, haciendo que la criptomoneda cayera en picada, sin embargo, después dijo que el fabricante de autos no ha vendido su participación en el activo digital.

Estas declaraciones siguen a las que hizo a inicios de mes, cuando dijo que Tesla ya no aceptaría bitcoin como pago por sus autos eléctricos, debido a los combustibles fósiles necesarios para crear la moneda digital.

Bitcoin se crea a través de computadoras de alta potencia que resuelven ecuaciones matemáticas complejas. Estas computadoras usan mucha electricidad, que a menudo es generada por combustibles fósiles. Ahora, el cambio radical de Tesla es un golpe para bitcoin, cuyo valor saltó cuando Tesla se subió a bordo y anunció una inversión de 1,500 millones de dólares.

La postura de Tesla es un “ganar-ganar”, tanto para el clima como para la reputación ‘verde’ de la empresa. Al anunciar el cambio de sentido de Tesla en bitcoin, Musk dijo:

La criptomoneda es una buena idea en muchos niveles y creemos que tiene un futuro prometedor, pero esto no puede tener un gran costo para el medio ambiente

dijo Musk

Durante la sesión de este lunes, las principales criptomonedas caen. El bitcoin retrocede hasta 9.78%, a 44,208.6 dólares; el ether, 8.50%, a 3,367.78, y el dogecoin, 5.36%, a 48 centavos de dólar, según Investing.com.

¿Cómo afectan las criptomonedas al medio ambiente?

Todo se reduce a la energía utilizada para crearlo. Antes de que se lleve a cabo una transacción de bitcoin, la persona que gasta la moneda debe ser verificada como el propietario válido. Y una vez que se completa la transacción, debe registrarse digitalmente en una base de datos conocida como libro de contabilidad de “cadena de bloques”.

A diferencia de un banco tradicional donde las transacciones se verifican y registran de forma centralizada, el libro mayor de bitcoin comprende una base de datos distribuida de usuarios.

En el proceso se verifican las transacciones mediante problemas matemáticos complejos a través de computadoras de alta potencia. El primer usuario en resolver el cálculo y agregarlo a la cadena de bloques es recompensado con bitcoin. A este proceso se denomina “minería”.

Con el tiempo, el sistema bitcoin aumenta la complejidad de los problemas a medida que se les aplica más potencia de cálculo. En los primeros días, los geeks podían hacer minería en sus habitaciones usando computadoras domésticas. Ahora, en su mayor parte, se hace utilizando amplias salas llenas de equipos especializados muy costosos, que solo las empresas pueden pagar.

El proceso consume mucha energía. La Universidad de Cambridge estimó recientemente que bitcoin usaba más electricidad cada año que todas las economías de Argentina o Suecia.

Parte de esta electricidad proviene de energías renovables. Pero los análisis sugieren que la mayor parte de la minería de bitcoin se produce en China y que la principal fuente de energía es el carbón.

Un estudio reciente en Nature concluyó que las operaciones de bitcoin en China están en camino de producir 130 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero en 2024, más que toda la economía de la República Checa.

La medida de Tesla ejerce presión sobre otras empresas para que dejen (o no empiecen) a aceptar bitcoin o se arriesguen a dañar su marca. Las investigaciones muestran que la mayoría de los consumidores están menos dispuestos a comprar en una empresa que no se toma en serio sus responsabilidades medioambientales.

Una empresa que acepta bitcoin también puede correr el riesgo de ser rechazada por los inversionistas, al tiempo que se plantean preguntas sobre si la exposición a bitcoin es compatible con la inversión ética.

Otro camino de las criptomonedas

Algunas inquietudes ambientales podrían abordarse potencialmente cambiando a fuentes de electricidad más ecológicas para el procesamiento informático.

Según una sugerencia, esto podría implicar la creación de un registro para rastrear la procedencia, por lo que los inversores conscientes del clima podrían optar por comprar bitcoin fabricado, por ejemplo, con energía hidroeléctrica islandesa en lugar de carbón.

Pero tal medida probablemente tendría que ser voluntaria. Regular bitcoin sería difícil debido a su naturaleza descentralizada; no hay empresa a la que “multar” por infringir las reglas.

Cualquier intento de limpiar bitcoin cambiando su codificación sería problemático. Los intentos anteriores de cambiar el código para mejorar la eficiencia solo dieron como resultado “bifurcaciones”: la aparición de nuevas criptomonedas como bitcoin gold y bitcoin cash.

Al igual que con la política climática en general, la mejor manera de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es que los gobiernos apliquen un precio al carbono a las empresas que extraen criptomonedas. Esto penalizaría económicamente a quienes no se cambien a la energía renovable.