El 50% de las empresas familiares en México enfrenta el riesgo de no subsistir

El 50% de las empresas familiares en México enfrenta el riesgo de no subsistir

Las empresas familiares constituyen un pilar fundamental para el desarrollo económico y social en México. Sin embargo, asegurar su permanencia en el tiempo es una tarea compleja que exige mucho más que buenas intenciones. El Centro de Investigación para Familias de Empresarios | BBVA de IPADE  llevó a cabo un estudio para conocer el estado de estas organizaciones.

¿Están en vías de lograr su continuidad o en riesgo de no subsistir a mediano plazo?

Los datos arrojan que el 50 % de estas empresas enfrenta un riesgo serio de no subsistir. De ese porcentaje, un 21 % ya se encuentra en un nivel alto de riesgo. La causa principal es la acumulación de malas prácticas que, si no se corrigen a tiempo, contaminan la dinámica familiar y empresarial hasta fracturarla.

Además el 46 % tiene temas pendientes por resolver, y dentro de ese grupo, un 25 % está cerca de entrar en zona de riesgo. 

Por el contrario, apenas el 4 % del total muestra un nivel saludable de progreso, lo que refleja lo difícil que es lograr un equilibrio sostenible entre la familia y la empresa.

Factores determinantes para la subsistencia de las empresas familiares

El estudio explica que “en las firmas familiares confluyen varios entornos y debe trabajarse en múltiples dimensiones que deben desarrollarse como es debido. El reto primordial es que se complementen y apoyen mutuamente”.

Pero esto no siempre sucede. En el 29 % de los casos, las familias tienden a “mezclar peligrosamente ámbitos y confundir roles”, lo que compromete la estabilidad de la empresa.

Aún más preocupante, en el 22 % de las firmas analizadas no se distingue claramente entre la dinámica familiar y la empresarial, un error crítico que pone en jaque su viabilidad.

Uno de los puntos más destacados tiene que ver con el uso de la riqueza generada. Si se prioriza a la familia, es posible caer en prácticas como emplear a todos sus integrantes sin una evaluación real de su aportación, ofrecer sueldos altos o repartir dividendos excesivos. Por otra parte, si se privilegia a la empresa, se establecen reglas claras para que solo se integren los familiares necesarios, bajo las condiciones acordes al cargo y políticas financieras responsables.

Actualmente, solo el 14 % de las familias empresarias procura tener claridad y equilibrio en el manejo de la riqueza. 

La “emocionalidad “es otro aspecto clave que suele complicar la resolución de conflictos. El estudio revela que apenas el 7 % los atiende de forma oportuna; un 34 % los pospone y corre el riesgo de caer en una espiral destructiva, mientras que un 59 % vive bajo la ilusión de que “está haciendo lo suficiente”, aunque los hechos demuestren lo contrario.

La necesidad de institucionalización y el reto generacional

La continuidad de una empresa familiar depende en gran medida de profesionalizar su gobierno. Un paso indispensable es establecer órganos formales como la Asamblea de Accionistas y el Consejo de Administración, que garanticen una conducción basada en reglas y no en voluntades personales.

Sin embargo, este punto sigue tambaleando a las empresas. El 66 % de las encuestadas presenta un riesgo inminente por no tener sus consejos bien integrados ni operativos.

Otro desafío estructural es el traspaso generacional. Solo dos de cada seis empresas familiares logran pasar con éxito de la primera a la segunda generación. El estudio revela que, en México, el 23 % de las empresas están en manos de la segunda generación (ligeramente por encima del promedio internacional del 22 %), pero solo el 9 % ha llegado a una tercera generación, frente al 11 % esperado a nivel global.

Lo cual nos habla de un grado de fracaso un poco mayor en esos cambios generacionales,

advierte el Centro de Investigación para Familias de Empresarios.

Una oportunidad aún abierta

A pesar del panorama retador, el estudio da pie a la esperanza. El 23 % de las familias se colocó en un rango óptimo, lo que coincide con el número de empresas que típicamente logran garantizar su continuidad. Pero también revela que el 77 % aún está a tiempo de corregir el rumbo.

Recordemos que, cuando de personas se trata, decir ‘no cambiamos’ es riesgoso. La persona, la familia, que no mejora día con día puede estar pasando más bien por un proceso de deterioro,

destaca el informe.

Entre las recomendaciones que da, insta a fortalecer la armonía familiar, institucionalizar los órganos de gobierno, basar el funcionamiento de la empresa en valores sólidos, y definir con claridad los procesos de sucesión, para que cada integrante pueda crecer con el proyecto y comprometerse con su desarrollo. 

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