El proyecto de gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Europa, ya debilitado por problemas ecológicos y sanciones de Estados Unidos, sufre un duro revés tras el envenenamiento del opositor ruso Alexéi Navalni. 

Su principal impulsor, Alemania, no excluye retirarle su apoyo debido al rechazo de Moscú a aclarar lo sucedido con el envenenamiento del líder de la oposición rusa, Alexéi Navalni, con una sustancia neurotóxica del tipo de Novichok.

La canciller alemana Angela Merkel no descarta consecuencias para el proyecto de gasoducto Nord Stream 2 si Moscú no da las respuestas esperadas sobre el envenenamiento.

La canciller considera que sería un error descartar (consecuencias) desde el principio,

declaró el portavoz Steffen Seibert.

Las declaraciones de Seibert se dieron con relación a la pregunta de si Merkel trataría de evitar que se viera afectado el proyecto de gasoducto en caso de sanciones contra Rusia. 

El domingo, el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, también dijo que “sería un error excluir a priori” consecuencias para Nord Stream 2, que debería suministrar gas ruso a Alemania y Europa, en declaraciones a la cadena de televisión pública ARD. 

Maas le dio a Moscú unos días para “ayudar a aclarar” lo sucedido con Navalni, en declaraciones al diario Bild. De lo contrario, “tendremos que discutir una respuesta con nuestros socios europeos”, advirtió el funcionario, cuyo país actualmente preside el Consejo de la Unión Europea.

En caso de sanciones, deberían ser “selectivas”, según Maas, entre ellas el posible bloqueo de Nord Stream 2. 

Según el gobierno alemán, Navalni fue “inequívocamente” envenenado en Rusia durante una gira electoral con un agente nervioso de tipo Novichok, una sustancia diseñada en la época soviética con fines militares.

Berlín y otros países occidentales acusan a las autoridades rusas y piden que den una explicación. 

El Kremlin denunció este lunes los “absurdos” intentos de acusar a Rusia de este envenenamiento.

¿Qué es el Nord Stream 2?

Nord Stream 2, cuya puesta en marcha estaba en un principio prevista a principios de 2020, es un gasoducto que tiene que duplicar las capacidades de entrega de gas ruso del Nord Stream 1, operativo desde 2012, y asegurar la seguridad de suministro a Europa occidental a través del mar Báltico.

Los que pasan por Ucrania se vieron perturbados en varias ocasiones debido a las tensiones entre Moscú y Kiev. 

El proyecto asocia principalmente el gigante ruso Gazprom a cinco grupos europeos: el francés Engie, los alemanes Uniper y Wintershall, el austriaco OMV y el británico-holandés Shell, por un presupuesto total evaluado en 9,500 millones de euros (11,245 millones de dólares).

El anuncio del proyecto en 2015 se produjo en un contexto geopolítico “muy difícil”, un año después de que Moscú anexionó a Crimea y porque el gasoducto debe contribuir a “desviar o al menos reducir el tráfico por Ucrania”, señala en un análisis publicado en mayo Kirsten Westphal, de la fundación Stiftung Wissenschaft und Politik en Berlín.

Polonia, los países bálticos y Ucrania no aprecian la iniciativa. Temen que los países europeos se vuelvan dependientes del gas ruso y que Moscú pueda aprovechar la situación para ejercer presiones políticas. También es una manera de sacrificar los intereses de Ucrania, que saca grandes beneficios del tránsito del gas ruso.

En la cumbre de la OTAN de julio de 2018, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusó a Alemania de ser “prisionera” de Rusia, debido al proyecto de Nord Stream 2, y exigió su abandono.

Aunque sus 1,230 km están casi acabados, el proyecto está paralizado desde hace varios meses a raíz de las amenazas de sanciones estadounidenses contra las empresas que participan en él.

La posición de Estados Unidos no es desinteresada: gran productor de gas natural, el país se ha lanzado en una ofensiva comercial para conseguir nuevos mercados. 

El líder opositor ruso Alexéi Navalni salió del coma artificial y va a dejar de usar el respirador artificial “por etapas”, anunció este lunes el hospital de la Charité en Berlín.

Navalni, abogado de 44 años conocido por sus investigaciones sobre la corrupción en la élite política rusa, se sintió mal el 20 de agosto durante un vuelo y fue ingresado urgentemente en un hospital de Omsk, en Siberia. Dos días más tarde, fue trasladado a Berlín, a instancias de su familia. 

“Reacciona cuando se le habla”, dijo en un informe el hospital en el que es tratado desde el 22 agosto. 

Su “estado de salud (…) ha mejorado”, señaló el hospital, aunque no se pueden excluir secuelas a largo plazo de “este grave envenenamiento”.