Vladimir Putin ha estado al frente del gobierno ruso desde principios de siglo y es una de las cabezas de Estado más importantes del mundo.

Su administración, que ha sido clasificada como una dictadura por sus críticos, ha recibido múltiples acusaciones de envenenamiento a oponentes y disidentes. Esta semana, esas acusaciones volvieron a tomar fuerza.

Revisa los casos más famosos en la sospechosa historia de las “enfermedades” que han achacado a los enemigos de Putin:

Viktor Yushchenko

El político ucraniano fue líder de la oposición previo a las elecciones de su país en 2004. La compleja relación Ucrania-Rusia le dio prominencia como la nueva figura anti-Moscú. En septiembre del año electoral cayó enfermo y fue trasladado a Viena, donde se le diagnosticó pancreatitis aguda y una infección viral provocada por sustancias que normalmente no se encuentran en los alimentos. Se trataba del primer caso de alto perfil de envenenamiento de un opositor ruso.

Los estudios realizados revelaron una alta concentración de TCDD ingerido. Yushchenko sobrevivió y ganó la elección ucraniana, aunque sufrió desfiguramiento facial. En 2005, el mandatario identificó una cena a la que había asistido como el origen más probable del veneno, e involucró a los tres asistentes, entre ellos el padrino de uno de sus hijos.

En una entrevista en 2009 explicó que los tres acusados se encuentran en Rusia y que su extradición ha sido rechazada en múltiples ocasiones por el gobierno ruso. Uno de los involucrados, Volodymyr Satsyuk, quien en 2004 fuera subdirector del Servicio de Seguridad ucraniano, incluso recibió la nacionalidad rusa.

Alexander Litvinenko

Litvinenko fungió como agente del servicio secreto ruso entre 1991 y 1998. Su separación del régimen ocurrió cuando acusó al gobierno de ordenar el asesinato del magnate Boris Berezovsky. Fue arrestado y dejado libre dos veces antes de buscar asilo político en Londres, en el 2000, donde se desempeñó como periodista y asesor de los servicios de inteligencia británicos.

Durante su estancia en Gran Bretaña escribió dos libros sobre lo que llamó “el Estado Mafia” y en 2006 acusó a Putin de haber ordenado el asesinato de la periodista Anna Politkovskaya. Ese mismo año, Litvinenko fue hospitalizado a causa de lo que después sería descrito como síndrome de radiación causado por polonio-210, lo que terminaría costándole la vida.

Las investigaciones apuntaron a Andrey Lugovoy, un exagente del servicio secreto ruso, como el autor material del asesinato. Gran Bretaña solicitó su extradición y Rusia se negó, lo que complicó las relaciones bilaterales en los años siguientes. Una investigación en 2016 concluyó que la operación para asesinar a Litvinenko fue seguramente aprobada por el mismo Putin.

Sergei y Yulia Skripal

En 2018 Gran Bretaña fue sede del envenenamiento de más alto perfil a nivel mundial. Sergei Skripal, un exagente ruso y doble agente británico fue hospitalizado junto con su hija tras ser expuestos a una sustancia que posteriormente sería identificada como A-234. Un oficial de la policía también fue hospitalizado tras entrar en contacto con la sustancia en el hogar de los Skripal.

El gobierno británico acusó al gobierno ruso de orquestar el ataque y anunció una serie de represalias, entre las que se encontraba la expulsión de su cuerpo diplomático. El gobierno ruso negó las acusaciones y la televisión local incluso transmitió una entrevista con los presuntos autores materiales (Alexander Mishkin y Anatoliy Chepiga), quienes explicaron que estaban en Salisbury de vacaciones. La entrevista dejó muchas dudas, principalmente porque el pequeño pueblo no suele ser un punto turístico.

Las tres víctimas sobrevivieron, pero en junio del mismo año, dos personas murieron tras ser expuestas a la misma sustancia que Skripal. El gobierno británico concluyó que no se trataba de un nuevo ataque, sino de un accidente provocado por la forma en la que los autores materiales se habían deshecho del envase que contenía la sustancia. El caso provocó sanciones estadounidenses al gobierno ruso, las cuales fueron anunciadas apenas la semana pasada.

Alexei Navalny

El caso más reciente ocurrió apenas el 28 de julio: uno de los líderes de la oposición rusa, Alexei Navalny, fue llevado al hospital con lo que en su momento fue descrito como un cuadro alérgico agudo consecuencia de una sustancia desconocida. El líder opositor cayó enfermo dentro de una cárcel rusa, donde cumplía una sentencia de 30 días por su papel como organizador de las protestas que actualmente se llevan a cabo en Moscú.

El lunes, la condición de Navalny mejoró y fue trasladado de vuelta a su celda. Ese mismo día publicó un post en su blog, en el cual criticó a la administración por ser “lo suficientemente estúpida como para envenenarte en un lugar donde todas las sospechas sólo pueden recaer en ellos”.

Anastasia Vassilieva, la doctora personal de Navalny, acusó al gobierno de impedirle visitar a su paciente y de no actuar para identificar el origen de su padecimiento. Como respuesta, doctores del régimen realizaron estudios que el 31 de julio resultaron negativos para veneno. Vassilieva dijo que ella también había tomado muestras de cabello y piel que serían enviadas a un laboratorio independiente.