Este martes los estadounidenses deciden si reeligen por cuatro años más al republicano Donald Trump o si será el demócrata Joe Biden quien ocupe ahora la Casa Blanca. El proceso se realiza entre medidas extremas a causa de la pandemia por COVID-19, en un país donde los casos han registrado nuevos máximos de contagios y muertes en las últimas semanas.

Hasta el momento, las encuestas arrojan que es Biden encabeza el voto popular, sin embargo no podría no ser suficiente para que se convierta en el nuevo presidente.

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos tienen una particularidad: la o el candidato ganador no es siempre quien recibe más votos, sino que el fallo está determinado por los electores, que son parte del proceso del Colegio Electoral.

Cada estado tiene un número de votos electorales que va de acuerdo al número de miembros en el Congreso, en total son 538 votos y la mayoría necesaria para elegir son 270 votos.

Por eso es que hay estados más competidos pues cuentan con mayor número de votos electorales, que son California con 55, Texas con 38, Florida con 29 y Nueva York también con 29.

Después de que los ciudadanos emiten su voto, este pasa a un conteo estatal. De dicho conteo, quien resulte tener la mayoría es el ganador de los votos electorales.

De acuerdo con información oficial, en 48 estados y en Washington DC, el ganador consigue todos los votos electorales para ese estado. Maine y Nebraska asignan a sus electores utilizando un sistema proporcional. Sin embargo, la Constitución no exige a los electores que sigan el voto popular, pero es muy poco frecuente que no lo hagan.

Este sistema es lo que permite que no siempre el candidato más popular sea el ganador, como ocurrió en las elecciones de 2016 cuando el ahora presidente Trump venció a Hillary Clinton a pesar de que ella quien encabezaba la preferencia del voto popular; también en las elecciones del 2000 en donde competía Albert Gore contra George W. Bush y en tres ocasiones durante el siglo XIX.

Más tiempo en incertidumbre

En la mayoría de los casos, es posible conocer al ganador la misma noche las votaciones, sin embargo la votación del Colegio Electoral, que es la que determina oficialmente al ganador, tiene lugar el 14 de diciembre, cuando los electores se reúnen en sus estados.

Sin embargo, para el proceso de este año es probable que el conteo se extienda y no se tenga al ganador la noche del 3 de noviembre, principalmente a causa de la pandemia por COVID-19 que incrementó el número de votos que se realizan por correo.

De acuerdo con Reuters ya se han emitido más de 45 millones de votos por correo, lo cual podría demorar días o semanas en contabilizarse, según los expertos, lo que significa que podría no declararse un ganador la noche del 3 de noviembre, cuando cierran las urnas.

Los votantes decidirán si ponen fin a las carreras políticas de senadores oficialistas, como Lindsey Graham -un aliado del mandatario- en Carolina del Sur y la moderada Susan Collins en Maine, entre otros.

En total, 12 escaños ocupados por republicanos y dos en manos de los demócratas están en disputa, según un análisis de Reuters a datos de pronósticos electorales para Estados Unidos de tres organizaciones no partidistas -El Center for Politics de la Universidad de Virginia, Inside Elections y el Cook Political Report.

“Hay disputas reñidas en todo el país”, dijo durante un evento de campaña el líder de mayoría del Senado, Mitch McConnell, el republicano de mayor rango en el Congreso. Describió la probabilidad de que los republicanos conserven su mayoría en la Cámara alta como una “situación de 50-50”.
Esas probabilidades parecen optimistas, según los pronósticos de las tres organizaciones.

Ellos proyectan que los demócratas podrían emerger con hasta 55 de los 100 escaños del Senado, dándoles por primera vez en una década la mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes de 435 escaños, que se espera que sigan controlando.

Los demócratas esperan marcar el comienzo de una nueva era política en Washington si también gana su candidato a la presidencia, Joe Biden.

Aunque es probable que no alcancen a una mayoría capaz de superar los mecanismos de obstrucción en la Cámara alta, para lo que se necesitan 60 votos, un Senado bajo control demócrata ayudaría en gran medida a impulsar la agenda legislativa de Biden o a obstaculizar un segundo mandato de Trump.

Los republicanos ahora tienen una mayoría de 53-47 y si Biden es elegido presidente, la senadora Kamala Harris asumirá como vicepresidenta y tendrá el voto de desempate en el Senado, por lo que los demócratas necesitarían ganar solo tres escaños republicanos para controlar la Cámara alta.

El senador Cory Gardner de Colorado es considerado el más vulnerable de más de media docena de legisladores republicanos que ejercen su primer mandato en Alaska, Arizona, Georgia, Iowa, Montana y Carolina del Norte. Los demócratas Doug Jones y Gary Peters también enfrentan duros desafíos en Alabama y Michigan, respectivamente.

Es probable que los resultados de algunas contiendas no se conozcan hasta después del día de las elecciones, debido al volumen sin precedentes de votos enviados por correo este año y por una posible segunda vuelta en cuatro carreras, según analistas y funcionarios electorales estatales.

Si los demócratas consiguen el control de la Cámara alta en las elecciones, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, ha prometido que no dejará que nada se interponga en su camino.
“Tenemos un imperativo moral con la gente de Estados Unidos, hacer mucho si conseguimos la mayoría”, dijo Schumer. “No hay nada fuera de la mesa”.

Con información de Reuters