Japón anunció este miércoles su retirada de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) con el objetivo de “reanudar la caza comercial el próximo julio”, desafiando a los defensores de los cetáceos 30 años después de haber puesto fin a esa práctica, al menos oficialmente.

En realidad, Japón nunca dejó totalmente de cazar ballenas, sirviéndose de un punto de la moratoria de 1986 que autoriza la captura de esos animales para la investigación.

Pero ahora, retomará públicamente la caza con fines comerciales, como ya hacen Islandia y Noruega. Sin embargo, se abstendrá de cazar “en aguas de la Antártida o en el hemisferio Sur”, precisó el representante del ejecutivo, Yoshihide Suga, en una rueda de prensa este miércoles. 

La caza estará “limitada a las aguas territoriales y a la zona económica exclusiva” de Japón, “conforme a las cuotas de capturas calculadas según el método de la CBI para no agotar los recursos”, aseguró.

Tradición nipona

En el siglo XII, los pescadores del archipiélago japonés empezaron a capturar esos animales marinos con arpón. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XVII cuando la práctica se organiza realmente en su lugar de culto, la ciudad de Taiji, al oeste del país, según la Asociación Japonesa de la Caza de Ballenas.

La zona de Taiji es muy criticada en el extranjero, pues también es un punto de caza de delfines.

Posguerra: fuente de proteínas

En 1906, se construye una base para la caza de ballenas en Ayukawa, al noroeste de la nación, marcando el inicio de la caza de ballena moderna en el archipiélago.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, en Japón hay escasez de alimentos y la carne de ballena se convierte en una importante fuente de proteínas.

En pleno apogeo de la caza, en los años 1950, unas 2,000 ballenas llegan a puerto cada año.

En 1951, Japón se adhiere a la Comisión Ballenera Internacional (CBI), creada en 1946 para conservar y gestionar la población mundial de ballenas y cetáceos. Japón se convierte en uno de los mayores países balleneros del mundo.

Años 1980: moratoria e investigación científica

En 1986 entra en vigor una moratoria sobre la caza comercial decidida en la CBI, que Japón firma. En 1988, el archipiélago deja de cazar pequeños rorcuales y cachalotes en las aguas costeras japonesas.

Pero, al mismo tiempo, empieza la “investigación científica” en la Antártida en 1987, que continúa aún en la actualidad, matando a los cetáceos y sirviéndose de una cláusula especial de la moratoria que autoriza la caza con fines científicos.


Condena de la ONU, Sea Shepherd


A partir de 2005, durante sus campañas de caza en la Antártida, los balleneros japoneses son acosados por los navíos de la organización Sea Shepherd que, sin embargo, termina optando por dejar de seguir a la flota japonesa después de 2017.

En 2014, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el máximo tribunal de Naciones Unidas, ordena a Japón que ponga fin a su caza regular en las aguas de la Antártida, rechazando el argumento de la investigación científica.

Japón cancela su campaña del invierno de 2014-2015 en la Antártida pero la retoma la temporada siguiente en el marco de un nuevo programa que, según el país, responde a los criterios científicos de la CBI. La Unión Europea y otros 12 países condenan esta actitud de Japón.