Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, presentó durante este mes el European Green Deal: un replanteamiento de la forma en la que el continente viaja, cultiva comida y construye edificios, en lo que los medios han llamado “el más grande cambio político desde la formación de la Unión Europea moderna”.

Es nuestra nueva estrategia de crecimiento, un crecimiento que da de vuelta más de lo que toma. Muestra cómo transformar nuestra forma de vivir y trabajar, de producir y consumir, para que vivamos vidas más sanas y hagamos innovadores nuestros negocios. Ayudaremos a nuestra economía a ser un líder global al movernos primero y movernos rápido.

Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea

Europa ya se había comprometido a reducir sus emisiones en 50% para 2030 y en 100% para 2050, pero el nuevo plan es más estricto con el manejo de emisiones y desechos, las reglas operativas de distintas industrias e incluso la normatividad que regula inversiones en tecnologías potencialmente contaminantes.

La iniciativa contempla también retirar subsidios que actualmente están promoviendo emisiones de carbono, para ser reasignados en actividades de contención y compensación de estas emisiones.

Expertos a nivel mundial también han resaltado la importancia de un compromiso de esta naturaleza, que tiene un plan explícito para cumplir con sus metas, a diferencia de los Green New Deals propuestos por miembros del partido demócrata en Estados Unidos, que han sido criticados por “presupuestos optimistas” y falta de consulta con los sectores afectados.

“[La diferencia radica] en el nivel de compromiso que generas. Esto es algo medible, mientras que en Estados Unidos han buscado evitar compromisos internacionales. Europa está tratando de consolidarse como el líder de la transición energética a nivel mundial con metas tangibles que permiten que el resto del mundo también se suba al tren”

Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México

El texto del acuerdo incluye un compromiso de los bancos europeos para dejar de financiar proyectos que emitan gases de efecto invernadero, lo que podría afectar el flujo de dinero europeo a diversos países en vías de desarrollo.

Sánchez resaltó que este acuerdo debería ser suficiente para que Europa cumpla con su meta a 2050 y que incluso ayudaría a mitigar las emisiones provocadas por su accionar fuera de su territorio.

“El acuerdo incluye también herramientas que no se contemplaron en Estados Unidos. Para Europa es importante que en los tratados comerciales se incluyan temas ambientales, lo que puede ser un gran instrumento para lograr la descarbonización”, señaló Arturo Carranza, analista del sector energético.

El impacto de una Europa con cero emisiones podría ser contrarrestado por el crecimiento de India y China, que están experimentando explosiones poblacionales e industriales y que siguen dependiendo en gran medida de combustibles fósiles, lo que incluso ya está provocando efectos negativos en la calidad de su aire y en la salud de su población.

No todos los obstáculos del acuerdo son externos: Polonia se negó a firmar a pesar de que el gobierno de la Unión había prometido destinar 100,000 millones de euros para ayudar a República Checa, Hungría y Polonia con la transición.