El Banco Central Europeo (BCE) confirmó este jueves su política monetaria expansiva, en consonancia con su reciente revisión del objetivo de inflación y en un contexto de crecimiento de las infecciones de COVID-19 que amenaza la recuperación.
La institución con sede en Fráncfort, Alemania, celebraba su primera reunión de política monetaria desde que a principios de julio modificó sus objetivos de inflación y como se esperaba mantuvo sus medidas anticrisis.
Así, los principales tipos de interés se mantienen en su nivel más bajo, en particular el tipo negativo del 0.5% que grava los depósitos de los bancos en el BCE de dinero que no se distribuye en la economía.
Por su parte el plan de emergencia PEPP, lanzado en marzo de 2020 en respuesta a la pandemia de COVID-19, mantiene su dotación de 1.85 billones de euros (2.18 billones de dólares), destinados a la compra de deuda privada y pública para mantener unas condiciones de financiación favorables.
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Este programa está previsto que dure “como mínimo” hasta marzo de 2022, y “en todo caso” hasta que el consejo de gobernadores de la institución “considere que la crisis del coronavirus ha terminado”.
Sin embargo, el momento de poner fin a esta política monetaria acomodaticia parece alejarse porque los casos de COVID-19 se están disparando de nuevo.
Preocupación por las variantes
“La recuperación de la economía de la zona euro va por buen camino”, declaró la presidenta del BCE, Christine Lagarde en rueda de prensa.
Pero la pandemia sigue proyectando una sombra, sobre todo porque la variante delta constituye una fuente creciente de incertidumbre,
dijo la funcionaria francesa
La canciller Angela Merkel también dijo que estaba preocupada por la dinámica “exponencial” de las nuevas infecciones en Alemania, en particular por la progresión de la variante delta, e instó a la población a vacunarse.
En este contexto de incertidumbre, el BCE anunció hace quince días que abandonaba su objetivo de inflación “por debajo pero cerca del 2% a medio plazo”, que mantuvo durante 18 años, una concesión al Bundesbank alemán, firme en el control de los precios.
El nuevo objetivo, elevado hasta el 2% y siempre a medio plazo, es más sencillo y flexible.
En la práctica, el BCE no reaccionará a las desviaciones por encima o por debajo del objetivo mientras sigan siendo moderadas y temporales, dos calificativos que ya están provocando disputas sobre su interpretación.
Tras la unanimidad a favor de esta revisión, este mismo jueves podrían aparecer grietas entre los banqueros de la eurozona sobre la trayectoria prevista de las tasas de interés y las compras de activos.
El BCE mantiene por ahora su política expansiva porque considera que el reciente repunte de precios, tras años de caída, es temporal y porque espera que la inflación vuelva al 1.4% en 2023, muy lejos de su objetivo.
La tasa de inflación anual de la eurozona descendió ligeramente en junio, hasta el 1.9%, tras alcanzar el 2% en mayo.
Si se excluyen los precios de la energía y de los alimentos, el agregado se situó en solo un 0.9%, lo que refleja las débiles presiones inflacionistas, en particular de los salarios.
Las presiones sobre el índice general de precios suelen hacer que los mercados financieros teman una subida de los tipos de interés.
Sin embargo, en su nueva estrategia, el BCE afirma que si la economía se acerca a un mínimo, la política monetaria tendrá que reaccionar con “fuerza y persistencia” para evitar que el aumento de los precios se aleje del objetivo.