Todo empezó hace un año: un nuevo coronavirus alertó a China a finales de 2019. El 31 de diciembre, las autoridades reportaron los primeros casos de la enfermedad respiratoria aguda que posteriormente fue denominada como COVID-19.

En un primer momento se registró una docena de casos en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei.

Ahora, los contagios ascienden a 82.2 millones a nivel global, con un saldo mayor a 1.7 millones de muertes hasta este miércoles, de acuerdo con el conteo de la Universidad Johns Hopkins.

La rápida propagación del virus encendió las alarmas de los gobiernos de todo el mundo, que impusieron estrictos confinamientos en los primeros meses del año causando un daño en la economía no visto en décadas.

Ante el acelerado crecimiento en la tasa de infecciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como una pandemia en marzo, 11 años después del brote de influenza H1N1, que había sido la última pandemia declarada por el organismo.

Casi un año después de los primeros casos llegaron las vacunas, en un hito de la industria farmacéutica, que convirtió a las inoculaciones contra el coronavirus en las más rápidas jamás desarrolladas.

Reino Unido fue el primer país en autorizar una vacuna, la creada por Pfizer y BionTech, y comenzó la campaña de vacunación a principios de diciembre. Otros países como México, Estados Unidos y Argentina se han ido sumando a la lista.

Vacuna contra COVID-19 de AstraZeneca y Oxford es autorizada por Reino Unido

Aunque las vacunas de la estadounidense Moderna y la de AstraZeneca recibieron luz verde, aún persisten dudas sobre la distribución y la llegada a las personas más vulnerables, además de la duración de la pandemia, luego de que la semana pasada se detectó una nueva cepa que es 70% más infecciosa.

OMS pide distribución justa

El director OMS,  Tedros Adhanom Ghebreyesus, instó a los países a garantizar que las vacunas estén disponibles para las personas en riesgo en todas partes, no solo en las naciones ricas.

Adhanom Ghebreyesus pidió 4,000 millones de dólares este miércoles para comprar vacunas contra el COVID-19 para su distribución en países de ingresos bajos y medios a través de la iniciativa COVAX.

“Este es el desafío al que debemos enfrentarnos en el Año Nuevo”, dijo Tedros en un mensaje de video emitido un día antes del primer aniversario de que China informó de los primeros casos de una neumonía de origen desconocido a la agencia de salud de la ONU.

Las vacunas ofrecen una gran esperanza de cambiar el rumbo de la pandemia. Pero para proteger el mundo, debemos asegurarnos de que todas las personas en riesgo en todas partes, no solo en los países que pueden pagar las vacunas, estén inmunizadas

subrayó

También instó a los países a combatir las teorías de la conspiración y los ataques a la ciencia, diciendo que la elección es fácil y el mundo puede “caminar junto los últimos kilómetros de esta crisis, ayudándose unos a otros en el camino, desde compartir vacunas de manera justa, hasta ofrecer consejo preciso, compasión y cuidado” para todos los que los necesiten.

La alianza COVAX, que tiene como objetivo asegurar el acceso justo a las vacunas para los países pobres, señaló el 18 de diciembre que tenía acuerdos vigentes para casi 2,000 millones de dosis, duplicando aproximadamente su suministro, y que las primeras entregas están previstas para principios de 2021.

“El escenario probable es que el virus se haga endémico, un virus que seguirá siendo una amenaza, pero de muy bajo nivel en el contexto de un programa de vacunación mundial eficaz”, dijo Mike Ryan, el principal experto en emergencias de la OMS, en una rueda de prensa el lunes.

Con información de Reuters