El gobierno de Enrique Peña Nieto firma este viernes el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el renovado acuerdo comercial que regirá las relaciones comerciales entre los tres países de Norteamérica.
Este acto cerrará el ciclo de negociaciones de la administración actual en materia de comercio regional, en vísperas del cambio de la presidencia el 1 de diciembre, cuando tome protesta Andrés Manuel López Obrador.
La firma del documento se realizará en Buenos Aires, Argentina, durante la primera jornada de la Cumbre del G20. Al día siguiente Peña Nieto pasará el cargo a López Obrador, quien tendrá la tarea de dar seguimiento y adaptarse al pacto.
“Peña Nieto le hereda a su sucesor el haber conservado el acceso preferencial al mercado estadounidense que representa el 26.73% del PIB en materia de exportaciones. En cuanto a aranceles, competerá al nuevo gobierno aumentar el flujo comercial a Estados Unidos y Canadá impulsando el mercado interno”, considera José Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN).
El T-MEC es el resultado de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que se extendió desde agosto de 2017 y se prevé que culmine en el segundo semestre de 2019 con la entrada en vigor del nuevo acuerdo.
Una posible guerra arancelaria
Washington impuso en junio aranceles del 10% y 25% a las importaciones mexicanas de acero y aluminio, alegando cuestiones de “seguridad nacional”. Con el acuerdo preliminar del nuevo pacto comercial, el gobierno mexicano esperaba que esas restricciones fueran eliminadas. Pero no fue así.
Casi dos meses después de haber pactado verbalmente el T-MEC, las tarifas arancelarias a la industria siderúrgica continúan vigentes y el gobierno de Estados Unidos anunció el miércoles que contempla imponer cuotas a la importación de automóviles, luego de que General Motors anunciara el cierre de varias plantas en su territorio.
El gobierno de Peña, que es muy libera en materia comercial, apoyó la imposición de represalias comerciales. Esto lo hace él, imagínate AMLO, que es un proteccionista instintivo
Sergio Negrete Cárdenas, economista
El documento mantiene abierta la posibilidad de una disputa con Donald Trump por la imposición de aranceles al acero y aluminio mexicanos, a través de una cláusula de exclusión de salvaguardas mundiales en el capítulo 19, que permitiría a México aplicar medidas ‘espejo’ o con efectos comerciales equivalentes si las partes no logran un acuerdo sobre una compensación económica.
De acuerdo con Raúl Gutiérrez Muguerza, vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero (Canacero), el próximo gobierno contempla la aplicación de medidas recíprocas a las importaciones estadounidenses de la industria, en caso de que Washington no las elimine.
“La firma del tratado va. Ya están de acuerdo este gobierno y el entrante: aplicaremos medidas espejo, rotundas, si no obtenemos una cuota aceptable o eliminación completa de los aranceles”, dijo el lunes Gutiérrez Muguerza tras su participación en la presentación del libro China: BRI o el nuevo camino de la seda.
Pese a que existe una amplia diferencia entre la economía estadounidense con la mexicana, los aranceles espejo podrían beneficiar a algunos sectores de la economía nacional que no pueden competir con productos estadounidenses, opina Rafael de la Garza, doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México.
La aprobación, en manos de EU
Pese a la firma del T-MEC, la entrada en vigor del nuevo acuerdo aún no es un hecho.
Los Congresos de los tres países deben ratificar el documento y, aunque no se espera oposición por parte de México y Canadá, la nueva configuración de la Cámara de Representantes de Estados Unidos puede representar un ‘dolor de cabeza’ para su aprobación.
“México tiene que aprobar una ley sobre los derechos laborales, lo que aún no ha sucedido y ese es un predicamento en este acuerdo”, dijo la líder demócrata de los Representantes, Nancy Pelosi, el 12 de noviembre.
La declaración de Pelosi, hecha seis días después de las elecciones intermedias que le dieron a su partido el control de la Cámara baja de Estados Unidos anticipa que el Congreso estadounidense puede reabrir las negociaciones del T-MEC.
El acuerdo se negoció en ‘fast track’. Esto implica que el gobierno sólo lo puede aprobar o rechazar. De darse esta última opción, Trump tendría que pedir permiso al Congreso para negociar una vez más.
Los demócratas piden llevar más lejos una disposición que requiere que el 30% de la mano de obra para la fabricación de autos en México gane al menos 16 dólares por hora y otra que requiere que México facilite a los trabajadores sindicalizarse.
El salario mínimo en México actualmente es de 88.36 pesos (alrededor de 4.4 dólares) por día de trabajo.
“Si no se llegara a aprobar sería una excelente oportunidad para que México diversifique sus negocios hacia otros mercados como el asiático o el europeo, pero también generaría un problema para algunas industrias como la automovilística o la agropecuaria”, dice De la Garza.