No son flojos, no carecen de ambición ni de habilidades. Un estudio realizado en nueve países de América Latina y el Caribe sobre los millennials jóvenes, de 15 a 24 años, derrumba esos mitos.
Los autores del estudio ‘Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?’ hicieron una radiografía de las habilidades, preocupaciones y ambiciones de esta generación, que se está encontrando con un mercado laboral marcado por la irrupción de nuevos adelantos tecnológicos -que amenazan con automatizar tareas y ocupaciones- y tasas de informalidad del 70%.
Usualmente se consideran millennials a aquellos nacidos aproximadamente entre 1980 y 2000, por lo que el informe del BID sólo contempla a la franja más joven de esa generación.
A diferencia de lo que puede arrojar una búsqueda en internet sobre los millennials, el estudio deja claro que los jóvenes de hoy “no se levantan a las dos de la tarde ni se arrastran de la cama al sofá”, dice Andrea Repetto, profesora de la Universidad Adolfo Ibañez de Chile.
Los ‘ninis’, un mito
Ni son flojos ni esperan vivir de sus padres.
El estudio demuestra que en Latinoamérica 40% de los jóvenes entre 15 y 24 años estudia; 17% estudia y trabaja; 21% solo trabaja y 21% (unos 20 millones) pertenece al grupo de los ‘ninis’, el término acuñado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para clasificar a los que ni estudian ni trabajan.
Pero eso no quiere decir que se quedan todo el día en la cama, pues 31% de los ‘ninis’ busca trabajo (sobre todo hombres), 64% se dedica al cuidado de familiares (principalmente mujeres) y casi todos realizan labores domésticas o prestan ayuda en los negocios de sus familias.
México, El Salvador y Brasil tienen el mayor porcentaje de ‘ninis’ (superior al 20%), mientras que en Chile sólo un 14% de los jóvenes encuestados está en esa situación.
En el país, durante el primer trimestre de 2018, 15.3% de los millenials eran ‘ninis’, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
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Buenos en tecnologías, malos en matemáticas
El estudio ha dejado en evidencia también las deficiencias del sistema educativo, ya que las habilidades cognitivas no son el fuerte de esta generación, como lo demuestra el hecho de que alrededor del 40% de los encuestados no es capaz de realizar correctamente cálculos matemáticos muy sencillos, útiles para la vida diaria, como repartir un monto de dinero en partes iguales. Solo un 20% se defiende en inglés.
Los jóvenes latinoamericanos son buenos en el uso de las tecnologías y tienen buenas habilidades socioemocionales, como la autoestima, la autoeficacia y la perseverancia, entre otras, lo que deja lugar al optimismo sobre las posibilidades que tienen para insertarse en un mercado laboral cambiante.
“Atender la calidad de la educación es un reto común para todos los países de América Latina y el Caribe”, dicen los autores, y esto supone no solo trabajar para mejorar la educación, sino potenciar las habilidades socioemocionales que requiere el mercado laboral, como la responsabilidad, el trabajo en equipo o el liderazgo, así como el interés por aprender.
También instan a redoblar los esfuerzos para reducir todavía las altas tasas de embarazo en adolescentes que cercenan su futuro y que afectan sobre todo a los jóvenes con menos recursos.