Bolivia ha vuelto a estar en la mira de casi todo el mundo. La primera vez fue en 2006, con la llegada al poder de Evo Morales, el primer presidente democráticamente electo de origen indígena; la segunda, ante su salida del país tras presiones de los militares.

Una ola de privatizaciones, incluida la del agua y su estrategia política lo llevaron al poder, en un país en el que poco más de 60% de la población es indígena.

Entre los logros del gobierno de Evo Morales, destacan un crecimiento promedio anual de 5% desde 2006 a 2018 y una disminución de la pobreza de 33 puntos porcentuales, algo no conseguido por ningún otro país de América latina, lo cual logró con la rectoría del Estado sobre la economía.

Un aspecto fundamental fue la nacionalización de los hidrocarburos, que constituye un logro importante en la medida en que los ingresos que entra derivado de la exportación van a quedar en su mayoría en las arcas del Estado

comentó Fernando Naria, investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina (CIAL) de la UNAM.

La nacionalización de los hidrocarburos, le permitió redistribuir los ingresos en diferentes sectores económicos y sociales con lo cual se reactivó la economía, de esta forma, la pobreza extrema pasó de 38% en 2005 y  a 15.2% en 2018

“(Hubo) todo un proceso de inversión social en diferentes sectores, de desarrollo de pequeña y mediana industria la consolidación de su banca, en general la economía boliviana tuvo un crecimiento importante (…) Son datos duros que hablan de un buen manejo de la economía”, dijo Naria.

Uno de los principales capitales políticos de Evo Morales fue el poseer una historia con la cual una gran parte de los bolivianos se podían identificar.

Morales es de origen aymara. Nació y creció lejos de los centros urbanos, en medio de una pobreza casi total, dice el artículo ‘El significado de la llegada de Evo Morales al poder en la República de Bolivia’, de Miguel A. Buitrago, investigador asociado del Instituto de Estudios Iberoamericanos en Hamburgo, Alemania.

En Bolivia, 62% de la población es de origen indígena y en 2005 58% de la población vivía en la pobreza y 18% vivía en pobreza, cifras que se redujeron a 25.4 y 6.5%, respectivamente, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Él es el único político nativo de origen pobre e indígena, lo cual le dio aún más credibilidad y legitimidad ante un electorado mayoritariamente indígena

dice Miguel A. Buitrago.

De acuerdo con la Cepal, uno de los motores de crecimiento fue la inversión pública en sectores como infraestructura energía, salud y educación, aunque también destaca el ritmo de expansión del consumo.

Tan solo en 2018, el buen desempeño de la economía llevó a que el gobierno decretara el pago de un segundo aguinaldo para diciembre, aunque la Cepal señaló la incidencia que tendría en los desequilibrios fiscal y externo, que llevaban varios períodos con déficits considerables.

No obstante, los buenos precios de los hidrocarburos registrados en 2018 aliviaron tanto el déficit fiscal como el déficit en la cuenta corriente, que cerró en torno a 3.5% del PIB.

Las señales que no quiso ver

Uno de los errores de Evo Morales, fue querer perpetuarse en el poder. En 2016, 51% de los bolivianos votó por que no fuera por su cuarto mandato, algo que ignoró y en octubre pasado se postuló en las elecciones para el periodo de 2020-2025.

Las elecciones del pasado 20 de octubre, marcaron el inicio de una crisis política e institucional en el país sudamericano.

Las elecciones se disputaron prácticamente entre Morales y el candidato del partido Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa. Los periodistas de la BBC, Abraham Zamorano y Boris Miranda, indicaron que esa noche, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) suspendió por sorpresa el conteo rápido con 83% de los votos escrutado y con una tendencia que apuntaba a que habría una segunda vuelta entre el presidente y Mesa.

Al día siguiente, el conteo se reactivó con 95% de avance y con Morales como ganador en primera vuelta por un estrecho margen.

No obstante, una auditoría hecha por una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA), determinó que era estadísticamente improbable que Morales hubiese ganado por el margen de 10% que necesitaba para evitar una segunda ronda electoral.

El 25 de octubre, el TSE publicó los resultados oficiales de las elecciones. Morales obtuvo 2,889,359 votos, o 47.08%, frente a los 2,240,920 votos de Mesa, o 36.51% de los votos. La ventaja de 648,439 votos de Morales le dio un margen de diferencia de 10.5 puntos y una victoria en la primera vuelta sin la necesidad de una segunda vuelta.

Luego de días de protestas, Evo Morales convocó a nuevas elecciones, pero los militares le sugirieron renunciar, pese a que su mandato concluía en enero de 2020.

La ‘invitación’ de los militares a Evo Morales para que abandonara el poder representa un golpe de Estado y significa un retroceso político para América Latina, pero eso no exonera al presidente de Bolivia de los errores que cometió y que en parte generaron la crisis que hoy vive ese país

dijeron José Briceño y Fernando Neira, del CIALC.

En medio de esta situación, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció asilo al presidente boliviano, quien lo aceptó y llegó a México el 13 de noviembre.

Luis Almagro, secretario general de la OEA en tanto dijo que, “En Bolivia hubo un golpe de Estado cuando Evo Morales cometió fraude electoral”.

En un documento, Guillaume Long, David Rosnick, Cavan Kharrazian y Kevin Cashman del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), no encontraron evidencia de irregularidades o un fraude que afecten el resultado oficial que le dio al presidente Evo Morales una victoria en primera vuelta

La investigación estadística dice que, la misión de la OEA no proporcionó evidencia sustentando estas declaraciones que sugieren que el conteo rápido podría ser incorrecto o “difícil de explicar”. Los resultados del conteo rápido para el primer 83.85% del conteo de votos son consistentes con una proyección del resultado final que señala como inmediato ganador a Morales con una victoria de más de 10 puntos porcentuales.

Ni la misión de la OEA, ni ningún otro partido han demostrado que hubo irregularidades generalizadas o sistemáticas en las elecciones del 20 de octubre de 2019; ni el conteo rápido ni el conteo oficial exhiben cambios significativos en las tendencias de votación respecto a los resultados finales; más bien, la misma tendencia ya conocida, explicable

dice la investigación del CEPR.

Mientras tanto, en Bolivia, Jeanine Áñez, fue nombrada presidenta. La Constitución promulgada por Morales en 2009, indica que, en caso de la renuncia del presidente, el poder recae por orden en el vicepresidente del gobierno, el presidente del Senado y el de la Cámara de Diputados, pero quienes ostentaban esos cargos dimitieron con la salida de Morales, y Añez fue investida sin el cuórum necesario en el Congreso.

El principal error (de Morales) fue no saber leer lo que estaba diciendo la gente, en el momento en el que se hace el referéndum en 2016, en donde más de 50% no está de acuerdo en que se presente a una reelección, ahí está el error, la población que claramente está diciendo ‘no queremos que la misma persona siga al frente del Estado, al margen de los buenos resultados de la economía’

dijo Neira.

Agregó que, otro error grave es que dentro de su partido no logró consolidar nuevos liderazgos, algo que se repite en otros países de América Latina, como Chile y Brasil.

La crisis ha generado una ola de protestas y la represión por parte de las Fuerzas Armadas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dijo que, desde el inicio de la crisis institucional y política hasta el 16 de noviembre había por lo menos 23 personas muertas y 715 personas heridas como resultado de la represión de la policía y Fuerzas armadas.

Además, alertó por el Decreto Supremo No. 4078 sobre actuación de las Fuerzas Armadas, que pretende eximir de responsabilidad penal al personal que participe en los operativos para el restablecimiento y estabilidad del orden interno.

“Lo que vamos a ver en Bolivia  es una destrucción de una serie de garantías sociales, económicas y políticas que se habían conseguido en los últimos años y que de alguna manera habían logrado generar una mejora de la desigualdad. Estamos en la puerta de un régimen totalitario muy al estilo de Venezuela que tanto critican los sectores de derecha”, comentó Neira.