Hacía casi dos años que Dani Rodrik no se aparecía en México. La última vez que el economista turco y catedrático de Harvard vino al país fue por invitación de Gerardo Esquivel, entonces coordinador ejecutivo de Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, actual subgobernador del Banco de México.

Aquella vez, Rodrik ofreció una conferencia magistral en el Palacio Legislativo de San Lázaro en la que habló de ‘La paradoja de la globalización’, uno de sus best sellers. En vísperas de las negociaciones para modernizar el TLCAN, los puntos de vista de Rodrik –considerado uno de los economistas más influyentes del mundo– eran más que relevantes. Su conclusión fue que México debía enfocarse más al crecimiento industrial y menos en la globalización y al comercio internacional.

Casi dos años después –los mismos que, dice, no ha visto a Gerardo Esquivel– fue invitado por el organismo que representa a los industriales en México, la Canacintra, a su convención nacional para plantear su visión de México y del mundo, en momentos de tensiones comerciales, una desaceleración económica global y la llegada de un nuevo gobierno que busca cambiar el modelo económico del país.

En un desayuno privado con los dirigentes de la Canacintra, previo a su conferencia, Rodrik se mostró preocupado por el entorno macroeconómico global y las previsiones de que Estados Unidos entre en una recesión el próximo año o en el 2021. También por los ataques a la prensa (en México) y a las instituciones democráticas que, en países como su natal Turquía, han causado mucha inestabilidad.

Rodrik es uno de los gurús económicos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Al menos eso dicen tres personas que acompañan al gabinete económico-financiero de la cuarta transformación. ¿La razón? Rodrik es un crítico de la tecnocracia neoliberal. La describe como “la fantasía del libre mercado”.

“Los tecnócratas hacen oídos sordos a los objetivos sociales con tal de perseguir la globalización; se perciben como fundamentalistas del mercado, los cuales se preocupan poco por las comunidades, los valores sociales o los objetivos públicos que no sean la eficiencia y el crecimiento económico”, expone en su libro ‘La paradoja de la globalización’. 

Rodrik sostiene que los mercados globales sufren una gobernanza débil y, por lo tanto, son propensos a la inestabilidad, la ineficiencia y a una falta de legitimidad popular, por lo cual si se busca tener más y mejores mercados, se debe tener más y mejor gobierno. Todo esto está en el discurso del presidente y en los postulados que dirigen la política económica del nuevo gobierno que, sin embargo, sigue siendo muy neoliberal.

Es un halago que por mis libros sea considerado así (un gurú del nuevo gobierno), pero no tengo relación directa con ellos ni soy su asesor.

dice el economista de 61 años.

Rodrik reconoce que sí tiene una buena amistad con Santiago Levy, exsubsecretario de Hacienda durante el sexenio de Ernesto Zedillo, quien fue invitado a integrarse al gobierno de AMLO pero lo rechazó.

Levy ha sido crítico de la nueva administración, a pesar de que, según dijo Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo –donde trabaja el ex funcionario mexicano– apoya a AMLO en temas relacionados con la política social y las pensiones, de acuerdo con una nota de El Economista.

En marzo, durante una reunión privada con inversionistas de Citibanamex en la Ciudad de México, Levy criticó el aumento al salario mínimo, la falta de claridad con respecto al compromiso de fortalecer las instituciones, la falta de eficiencia en la asignación de recursos y la impredictibilidad de del gobierno.

Algo similar hizo Rodrik en su presentación frente a los industriales de la Canacintra: criticó parte de las políticas del nuevo gobierno y aunque no quiso ahondar en calificativos, reconoció que el discurso de gobierno de AMLO tiene tintes populistas.

El populismo, dijo, proviene de un reclamo para representar y hablar en nombre de la gente y unificar intereses comunes en contra de los enemigos del ‘pueblo’. Rodrik divide en dos al populismo: político y económico.

El político, a su juicio, es el que más daño puede hacerle a un país. “Es la aversión a instituciones independientes de corte político, judicial y otras”. El económico es la aversión a políticas como las agencias reguladoras independientes, los bancos centrales y las reglas fiscales y comercio internacional.

Rodrik, no obstante, se mantiene fiel a los postulados del libro que guía la 4T: “La democracia y la autodeterminación nacional deberían triunfar sobre la hiperglobalización. Las democracias tienen el derecho de proteger sus acuerdos sociales, y cuando este derecho choca con los requisitos de la economía global, es esto último en lo que se debe ceder. Se podría pensar que este principio sería el fin de la globalización. No es así. Espero convencerlos de que fortalecer las democracias nacionales en realidad colocará a la economía mundial en una base más segura y saludable. Y ahí radica la última paradoja de la globalización”.