Los bancos centrales y los gobiernos deben intensificar de manera urgente las medidas para apoyar sus economías frente a la crisis del COVID-19, escribió el jefe del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), Agustín Carstens, en una artículo para el Financial Times.

El economista mexicano abogó por soluciones “urgentes” y más ambiciosas que las usadas durante la crisis financiera de 2008, pues entre ambas existen diferencias importantes.

Las reglas establecidas después del colapso de 2008 fueron diseñadas para evitar que los bancos se excedan, pero la preocupación ahora es que no están otorgando préstamos cuando los mercados de capitales se han cerrado de golpe para muchas empresas.

Para darles a las empresas viables un salvavidas para superar el repentino paro económico provocado por COVID-19, se necesita una solución que cubra el tramo final para llegar a las que están al borde del precipicio,

dijo Carstens.

Para el exgobernador de Banco de México, los principales bancos centrales se han apresurado a invertir miles de millones de dólares en fondos de emergencia en el sistema bancario global, pero ese dinero necesita llegar a las personas y empresas y para lo cual se debe trazar ese “tramo final” de manera inmediata.

Un primer paso para salvar el tramo final sería que los bancos usen sus reservas de capital, además, se necesita una congelación global de dividendos bancarios y recompras de acciones.

Los bancos deberían ser parte de la solución, no parte del problema. Ahora es el momento de recurrir a los amortiguadores de balance acumulados que se construyeron mientras brillaba el sol. Para aumentar aún más la capacidad de préstamo, necesitamos una congelación global de los dividendos bancarios y recompras de acciones,

sugirió Carstens.

Sin embargo, el primer paso no podría ser suficiente y los prestamistas se pueden retirar debido a los altos riesgos; por lo tanto, un segundo paso para conseguir que los bancos otorguen préstamos, es utilizar el financiamiento del banco central para los esquemas de préstamos.

Una forma de hacerlo es otorgar préstamos bancarios garantizados por el gobierno para pequeñas y medianas empresas, equivalentes a la cantidad de impuestos que cada uno pagó el año pasado, pero solo debería ir a aquellos que fueron rentables en 2019 para limitar el alcance de la manipulación.

“El gobierno tendría que incurrir en pérdidas; los bonos del Tesoro deben intervenir. Sí, habrá errores. Pero solo las Pymes que fueron rentables el año pasado serían elegibles para un préstamo gubernamental, lo que limita el alcance del fraude o la manipulación. La administración también sería relativamente sencilla, ya que la autoridad fiscal podría verificarla”, indicó el jefe del BIS.

Los “préstamos de impuestos diferidos” podrían ser refinanciados por el banco central y cualquier pérdida será sufragada por los gobiernos.

Finalmente, Carstens escribió que estos principios deben “globalizarse”, basándose en las líneas de swaps de dólares del banco central para canalizar la liquidez y evitar que las cadenas de suministro mundiales se desmoronen.

Con información de Reuters