La importancia de la actividad económica de las ciudades en el PIB total mundial ha crecido exponencialmente en los últimos 20 años, tendencia que ahora se ve amenazada por la pandemia y los cambios en el mercado laboral.
Con las medidas de aislamiento aplicadas para frenar el avance del COVID-19, las compañías instaron a su personal a trabajar desde casa, lo que abre la posibilidad de que los empleados puedan mudarse de las ciudades.
“Algunos analistas temen que jóvenes adultos altamente calificados, altamente móviles y económicamente productos puedan ser empujados a mudarse, ayudados por el cambio hacia el trabajo digital”, advierte Oxford Economics en un estudio.
A inicios de agosto, Nueva York concentraba 4.6% de los contagios por COVID-19 y el 14.5% de fallecimientos. La ciudad representa alrededor del 2.5% de la población de Estados Unidos, pero genera 4.5% del PIB real nacional.
Esto ilustra un ciclo virtuoso en el que gente y negocios altamente productivos escogen localizarse en la ciudad y la productividad de las personas y las empresas se ven aumentada aún más por estar en la ciudad. Este ciclo virtuoso es la razón por la que comúnmente se dice que las ciudades son los motores de las economías nacionales,
explica Oxford Economics.
Este proceso ya se registraba incluso antes de la pandemia en lugares como San Francisco y Silicon Valley, que muchos empleados altamente calificados están optando por abandonar, a favor de ciudades más pequeñas, pero con atributos culturales similares, además de menor costo de vida.
Esta tendencia también se ve en empresas completas. En Gran Bretaña, HSBC decidió sacar su sede central de Londres y llevarla a Birmingham.
Mudanzas complicadas
No obstante, la pandemia puede no ser un catalizador suficientemente poderoso para que las personas salgan de las grandes ciudades, por los costos que representa una mudanza, que van más allá del precio del traslado.
Aunque muchos presumen que fue fácil adaptarse al trabajo a distancia, hay que considerar que la actividad económica en general ha sido mucho menor a lo normal.
Cuando la actividad económica se reanude por completo, habrá que evaluar si el teletrabajo es suficiente para cubrir las necesidades de los negocios, lo que podría pesar en las decisiones de dejar las ciudades.
En meses recientes, muchos empleadores se han enfocado en atender a los clientes que ya tenían, en lugar de atraer nuevos, y ha mantenido a sus equipos administrativos enfocados en las tareas diarias, en vez de en el desarrollo de la estrategia o la estructura,
apunta Oxford.
Por ello, es posible que así como 2020 puso el reflector en los beneficios del home office, 2021 traiga a la luz todas sus limitaciones.
Nuevas oportunidades de negocios comenzarán a aparecer conforme la contingencia sanitaria se contenga, además de que actividades relevantes, como las negociaciones de fusiones y adquisiciones o el desarrollo de nuevos productos, requieren el desarrollo de relaciones y el trabajo cercano que las herramientas digitales no pueden reemplazar totalmente.
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“Es difícil creer que no hay ventajas para la productividad asociadas con estar en una ciudad con un distrito de negocios relevante globalmente. Y esas ventajas están muy posiblemente asociadas con trabajo que es innovador y tiene que realizarse bajo presión”, estima Oxford Economics.
“Por ello, la dominancia de larga data de Londres y Nueva York, en particular, además de Singapur, Hong Kong, París y otras”.
El desafío interno
El reto que tienen las ciudades ahora es atender la desigualdad social que albergan, pues la pandemia ha mostrado el impacto de estas diferencias.
Aunque los datos pueden apuntar a que la pandemia ha afectado en mayor proporción a las ciudades, si se desmenuza esa información, es posible detectar que el impacto ha sido diferenciado por el nivel socioeconómico de las diferentes zonas.
En Nueva York, por ejemplo, las tasas de mortalidad varían enormemente entre los diferentes vecindarios: los que tienen ingresos promedios más bajos y un mayor número de habitantes por hogar tienen las tasas más altas, mientras que las zonas más prósperas, como Tribeca o el Upper West Side, han enfrentado retos menores.
Así que, tal vez, el tema real no es principalmente -o no solamente- las ciudades grandes contra las ciudades pequeñas o contra las áreas rurales. Es también acerca de los lugares más ricos frente a los más pobres,
señalan.
Por ello, las ciudades que se pueden ver más amenazas por la salida de sus habitantes más jóvenes, calificados y productivos son aquellas que tienen zonas con altos niveles de pobreza o alta desigualdad.
“Los negocios y las personas podrían optar por ciudades que tengan, esencialmente, menores niveles de pobreza”, advierte Oxford Economics.
De ahí la importancia de que los gobiernos municipales y estatales incluyan en sus estrategias de desarrollo los temas de salud e inclusión social.