#InformaciónConfidencial: Lo que calló la FGR en el caso de Raúl Rocha Cantú

El expediente del caso de Raúl Rocha Cantú deja más preguntas que respuestas sobre el presunto modus operandi de la red de tráfico de armas y combustible ilegal en la que estaría involucrado el dueño de Miss Universo. Pero, sobre todo, desplaza del centro de la escena a las autoridades que habrían permitido la operación.
En las poco más de 270 páginas del expediente —inusualmente breve para delitos de esta magnitud y con tantos imputados—, la Fiscalía General de la República (FGR) –hasta hace unos días a cargo de Alejandro Gertz Manero– describe cómo se introducía huachicol desde Guatemala y cómo ingresaban armas al país. Sin embargo, apenas hay pistas sobre quiénes “volteaban a otro lado” para que estos delitos se consumaran.
Se habla, por ejemplo, de miles de pesos semanales en sobornos a elementos de la Guardia Nacional, pero no existe un rastro claro de los funcionarios que los recibían. Lo anterior resulta difícil de creer si se toma en cuenta que las autoridades tenían intervenidos los teléfonos de casi todos los integrantes del clan: alguien debió comunicarse directamente con ellos.
¿Hasta dónde llegará la investigación de la FGR?
Aunque hay miembros de la propia FGR entre los coacusados, también cuesta trabajo pensar que ningún funcionario de alto nivel estuviera al tanto de la red. En documentos asegurados durante cateos aparecen anotaciones de sobornos, pagos por el paso de camiones, cobros por el atraco de buques e incluso facturas apócrifas, que —convenientemente— no comprometen a nadie en específico.
Quien también parece salir “poco afectado” por ahora es el propio Rocha Cantú. A diferencia de otros presuntos integrantes de la red, a él no se le intervino el teléfono celular. Su implicación se limita a las veces que es mencionado por terceros. La Fiscalía ni siquiera tiene la certeza de que sus gasolineras hayan comercializado huachicol: lo infiere a partir de llamadas donde otros lo nombran.
Todo apunta a una etapa de silencio, ahora con Ernestina Godoy al frente. No se conoce con claridad el paradero del magnate regiomontano, ni si logró acogerse a la figura de testigo protegido.
El nuevo consejo de Sheinbaum: ¿reconciliación empresarial o fractura en las cúpulas?
Con la instalación del nuevo Consejo para Detonar la Inversión en México —impulsado por Claudia Sheinbaum— se evidencia una apuesta a reordenar la interlocución entre el poder político y la élite empresarial. Este consejo reúne a 18 de los hombres y mujeres de negocios más influyentes del país, entre ellos Carlos Slim Helú, Bernardo Gómez y Carlos Hank González.
Su constitución marca de facto el desmantelamiento o la marginalización de organismos previos como el Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización (CADERR), una mesa creada apenas en 2024 para coordinar inversiones en desarrollo regional.
Ese reacomodo no es menor: el CADERR no logró generar resultados palpables y perdió influencia. En cambio, este nuevo consejo parece diseñado para concentrar poder, certeza y decisiones en un grupo reducido de empresarias y empresarios, dejando fuera a sectores medianos o más diversos de la IP.
CCE pierde influencia
La persistencia de nombres como Carlos Hank y Bernardo Gómez —quienes han estado presentes en los tres consejos presidenciales de la actual administración de la 4T— sugiere que no estamos ante un giro radical del empresariado, sino ante una consolidación de los lazos de confianza entre la élite financiera e industrial y el gobierno de Sheinbaum. Esto pone en cuestión si verdaderamente existe una apertura hacia una representación empresarial más plural o si simplemente se reafirma un bloque tradicional de poder.
Además, la urgencia de crear este nuevo foro de inversión revela que los consejos anteriores fracasaron en su propósito de atraer inversiones y activar el crecimiento económico. La pérdida de influencia del consejo tradicional, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), y el malestar de empresarios medianos frente al dominio de magnates como Slim, evidencian una fractura interna en las cúpulas empresariales.
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