Independencia financiera y alto rendimiento, las motivaciones de los mexicanos para invertir en criptomonedas
El negocio de las criptomonedas aún no tiene la validación de todos los actores del mercado bursátil debido a la inestabilidad que ha registrado históricamente, sin embargo, también cuenta con condiciones atractivas para los inversionistas.
Actualmente, 60% de los inversionistas mexicanos destinan más de 26% de su portafolio a las monedas digitales, por encima del promedio regional que se ubica en 37% y en línea con los resultados arrojados por los mercados de alta adopción como Argentina y Brasil, que se sitúan en 60% y 42%, respectivamente.

El por qué invertir en estos activos de riesgo tiene dos respuestas principales en el mercado nacional, según Bitget: la primera se encuentra en la propia naturaleza de las criptomonedas de otorgar un alto rendimiento; mientras que la segunda abarca la posibilidad de obtener independencia financiera.
Si bien México ha recibido de buena manera a los activos digitales, casi la mitad de los que los operan tienen apenas entre 1 y 3 años de actividad, un periodo relativamente reciente pero que los posiciona antes de que el Bitcoin —el activo digital predilecto de los mexicanos— lograra superar la barrera de los 100,000 dólares.
Para el exchanges de criptomonedas y empresas Web3, lo anterior es una muestra de la temprana confianza y visión que los inversionistas mexicanos tienen sobre las criptomonedas.
México se suma a la tendencia de las criptomonedas
El comportamiento de los mexicanos respecto a las criptomonedas forma parte de una tendencia más amplia que se observa en todo Latinoamérica, especialmente en economías como la de Argentina y Brasil.
De acuerdo con la encuesta de Bitget, los inversionistas de las tres naciones muestran características similares como el alto apetito por el riesgo, experiencia en consolidación y expectativas tanto emocionales como aspiracionales sobre el mercado cripto.
Con esto, según el reporte, estos atributos muestran que los inversionistas de la región no ven a estos activos sólo como una estrategia financiera, sino como una apuesta simbólica por la movilidad social y la esperanza de mejorar su porvenir y el de sus familiares.
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