La meta de producción petrolera de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo parece contradecir a su antecesor Andrés Manuel López Obrador (AMLO) situación que pone en duda la capacidad de México para sostener su autosuficiencia energética bajo el contexto internacional de dependencia a los hidrocarburos, coincidieron analistas.
El 1 de octubre, Sheinbaum, la primera mujer en asumir la presidencia de México, declaró que la estrategia de Petróleos Mexicanos (Pemex) se centrará en cubrir el consumo interno de este energético pero cuidando el medioambiente. Para ello, la mandataria debía ajustar la producción petrolera a 1.8 millones de barriles diarios.
“La reforma energética planteaba una producción de tres millones de barriles, pero eso es ambientalmente inviable. Es mejor promover la eficiencia y las fuentes renovables”, dijo en su primer día de gobierno.
Este argumento, que apela a la sostenibilidad, contrasta con las proyecciones del gobierno de Enrique Peña Nieto. La reforma energética de su sexenio apuntaba a incrementar la producción de crudo desde 2.5 millones de barriles diarios en 2018 hasta tres millones, con la expectativa de llegar a 3.5 millones para 2025, lo que habría sido un récord histórico para el país.
Por otro lado, AMLO, que asumió con una producción estancada en 1.8 millones de barriles diarios, prometió cerrar su sexenio con 2.6 millones de barriles diarios, lo que implicaba un revés a la reforma de Peña Nieto.
La estrategia de López Obrador consistió en cerrar el mercado a los privados y revertir la apertura que había impulsado la anterior administración.
Claudia Sheinbaum contradice a AMLO y no se atiende la parte ambiental
Para el analista energético, Ramses Pech, el panorama actual se integra por diferentes factores: no solo no se alcanzó la meta propuesta por AMLO, sino que ahora su sucesora propone limitar aún más la producción, lo que pone en duda la capacidad de México para sostener su autosuficiencia energética en un contexto internacional que sigue dependiendo de los hidrocarburos.
Sheinbaum parece más enfocada en un discurso ambiental que, si bien es políticamente correcto, deja serias dudas sobre la viabilidad económica de limitar la producción de crudo en un país cuya economía sigue dependiendo de este recurso,
explicó a EL CEO.
Para el director general de la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos, considera que la meta de Sheinbaum no es realista, dado el potencial petrolero de México, que estima en 2.4 millones de barriles diarios.
“México seguirá necesitando petróleo para su actividad económica. Limitar la producción a 1.8 millones no es lo más beneficioso; necesitamos analizar el panorama completo”, declaró durante la inauguración del 14º Congreso Conjunto de Asociaciones de Energía.
El experto hizo hincapié en que la industria debe trabajar en reducir sus emisiones, pero sin frenar su producción.
Por su parte, Javier Estrada, director de analítica energética, subrayó que, aunque la transición hacia energías más limpias es fundamental, no se puede ignorar la necesidad de desarrollar proyectos petroleros a largo plazo.
La postura se ve respaldada por el informe World Energy Outlook 2024 de la Agencia Internacional de Energía, que advierte sobre la dificultad de reducir el uso de hidrocarburos a nivel global antes de 2030, especialmente en países en vías de desarrollo como México.
El documento también destaca que, en 2023, la inversión en petróleo y gas casi duplicó el nivel requerido por la Hoja de Ruta Hacia las Cero Emisiones Netas. Lo que pone en entredicho las políticas de reducción de producción cuando, en realidad, la inversión en tecnología y eficiencia parece ser el camino más viable.
Para Ramses Pech “si Pemex quiere reducir la contaminación en este sexenio, necesitará más presupuesto.
“No se trata solamente de disminuir la producción, sino de mejorar la eficiencia. Es como un automóvil: si los equipos son antiguos, seguirán contaminando aunque se use la misma cantidad de combustible”.
Según el especialista, la falta de inversión en tecnología podría anular cualquier esfuerzo por limitar la producción, haciendo que el impacto ambiental persista o incluso aumente.
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