Donald Trump nunca ha ocultado su desdén por el cambio climático: una de las demostraciones más claras fue el retiro del Acuerdo de París, que se materializó hacia el final de su gobierno. Ahora, como candidato a las elecciones de 2024, tampoco esconde una agenda agresiva contra los autos eléctricos.
Trascendió que el expresidente republicano –recién encontrado culpable por 34 cargos de falsificación– sostuvo una reunión con empresarios pertenecientes al sector petrolero. En ella, pidió generosas donaciones a su campaña, que el Washington Post valuó en cerca de 1,000 millones de dólares.
¿Qué ofrece Donald Trump a cambio? El candidato prometió que, en un ostentoso encuentro en su casa de Mar-a-Lago en caso de repetir en la Casa Blanca, ‘relajaría’ las medidas de transición energética de Estados Unidos. Con ello, afectaría a la venta de autos eléctricos, que mantiene ambiciosos objetivos de ventas hacia el 2040.
Las medidas que ‘echaría para atrás’ incluyen, al menos, una docena de leyes ambientales. Al mismo tiempo, evitaría que se promulguen nuevas legislaciones relacionadas con estos aspectos.
El gobierno de Joe Biden impulsa la comercialización de vehículos eléctricos a través de programas como el inflation reduction act, que brinda ‘subsidios’ a los compradores de autos electropropulsados. Entre las condiciones, está que la totalidad de los materiales críticos involucrados en el ensamblaje del automotor provengan de países ‘amigos’ de Estados Unidos.
Los autos eléctricos hechos en México, también en riesgo
En declaraciones casi aleatorias, Donald Trump ha dicho que consideraría imponer aranceles del 100% a aquellos autos eléctricos hechos en México. Esto como una doble medida: tanto contra la electromovilidad, como por los acuerdos de suministro que hay con algunas empresas chinas.
Según analistas estadounidenses citados por medios como el New York Times, la transición a la electromovilidad no será rápida, pero sí se encuentra en niveles de crecimiento. Esto debido a que cada vez más personas consideran adquirir estos vehículos.
Y, si bien Donald Trump no tiene la capacidad para frenar una transición a la electromovilidad a nivel global, sí daría suficientes razones para desacelerar la industria. Empresas como Tesla ya identifican ventas más lentas, por lo que un puntapié de esa magnitud no pasaría desapercibido en el mercado.
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