Shanghái, una de las ciudades más pobladas del mundo, tomó aires de pueblo fantasma ante la amenaza de un confinamiento para sus 25 millones de habitantes por un nuevo brote de COVID-19.
Aunque el número de casos de COVID es bajo comparado con el de otros países, China enfrenta actualmente su brote más grave desde comienzos de 2020.
El país anunció el martes casi 5,300 nuevos contagios, lo cual marcó el regreso de las pruebas masivas, los confinamientos y las restricciones al desplazamiento.
#Shanghái tiene un complejo sistema de clasificación dentro de posibles cadenas de contagio. Distintos niveles de cercanía a casos confirmados pueden derivar en diferentes esquemas de aislamiento.
Si resides en Shanghái, infórmate y sigue las indicaciones de autoridades locales: https://t.co/l3db4oZd5o
— Consulmex Shanghái (@ConsulMexSha) March 14, 2022
Un símbolo de Shanghái, el muelle de Bund a orillas del río Huangpu, usualmente lleno de visitantes, quedó en silencio esta semana con las medidas para erradicar los casos locales de COVID-19.
Las restricciones en Shanghái fueron dirigidas a las zonas donde se registraron focos de contagio, en lugar de los confinamientos generales aplicados en otras ciudades chinas.
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En la red social Douyin, la versión china de TikTok, una mujer se quejó de que la veda se anunció justo cuando alquiló un local para un restaurante. “Literalmente voy a llorar”, expresó.
Trajes de seguridad
En Shenzhen, una ciudad sureña de 17.5 millones de habitantes, se impuso un confinamiento más severo y videos en redes sociales mostraron a las personas comprando apresuradamente en los supermercados.
Muchos sitios fueron bloqueados con barreras rojas de plástico y se formaron largas filas entre las grandes torres donde trabajadores sanitarios con trajes de seguridad comenzaron a tomar muestras para las pruebas masivas de COVID-19.
Los rígidos controles chinos han gozado de respaldo popular, mientras que la cifra de muertes ha sido baja y, tras caótica la primera ola de contagios en 2020, la vida ha vuelto a la normalidad.
“Ahora estoy acostumbrado (a las medidas de control), las hemos tenido por mucho tiempo”, comentó a AFP Yan Zhiping, residente de Pekín. “Mientras nos protejamos bien, no habrá problema”.
Pero la frecuencia de las restricciones sanitarias comenzaron a agotar la paciencia de muchos e intensificó el debate sobre si Pekín debe ajustar su rígida estrategia de cero COVID, en especial frente a la contagiosa variante ómicron, cuyos casos han sido menos severos.
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Empresas dañadas por COVID
Actualmente varias fábricas han detenido su producción, como el gigante taiwanés de la electrónica Foxconn, principal proveedor de Apple, igualmente, una fábrica de iPhone cerró sus puertas.
Las compañías tecnológicas cayeron el lunes en la bolsa de Hong Kong por la preocupación sobre el impacto de la propagación del virus en Shenzhen, sede de los gigantes tecnológicos Huawei y Tencent, así como de la mayor fábrica de Foxconn.
En Shanghái, la metrópolis más poblada de China, se confinaron zonas residenciales y las autoridades están haciendo todo lo posible para evitar un confinamiento general.
El lunes, el grupo alemán Volkswagen anunció que debido a un brote de COVID-19 había suspendido la producción en tres plantas de Changchun hasta el miércoles, entre ellas dos fábricas de las marcas VW y Audi, así como un centro de producción de piezas de recambio.
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