Mario Maldonado

Director Editorial

El año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a su primera Convención Bancaria con el humor y la confianza de quien gozaba una gran popularidad. El bono democrático le alcanzaba, incluso, para que el poder económico (los empresarios) se rindiera a sus deseos como el de reducir o eliminar las comisiones por el envío de remesas. 

Los ecos de ‘soltar al tigre’ que se escucharon en el discurso del 2018, cuando era candidato presidencial, no retumbaron en su primera convención con los hombres y mujeres del sector financiero que controlan 5% del PIB de México. “Me da mucho gusto participar en esta Convención Bancaria, cuando estamos hablando de llevar a la práctica una transformación de la vida pública de nuestro país”, fueron sus primeras palabras. 

Nada de soltar al tigre (la frase que utilizó en el 2018 como amenaza ante un posible fraude electoral), sino un discurso conciliador con los banqueros, a quienes meses antes el senador de Morena, Ricardo Monreal, había fustigado con una iniciativa que pretendía reducir o eliminar las comisiones ‘abusivas’ que cobran los bancos. 

López Obrador se desmarcó de la iniciativa y aseguró que al menos en tres años no se modificarían las comisiones ni habría un cambio al marco legal. 

Sin embargo, la miel entre el Presidente y el sector financiero –y en general con la iniciativa privada– se ha ido agriando. La economía ha corrido en sentido contrario de lo que Andrés Manuel López Obrador prometió en su campaña y en distintos actos públicos como Presidente. “Si no hay crecimiento económico no hay empleos, si no hay empleos no hay bienestar, si no hay bienestar no puede haber paz y tranquilidad”, dijo el año pasado en la reunión con el sector financiero. 

Casi ninguno de estos supuestos se han cumplido, y en cambio el Presidente llega a la Convención 83 con una economía que cayó 0.1% en 2019 y que tiene perspectivas mínimas de crecimiento en 2020; con un peso mexicano que ha perdido casi todo lo que ganó en lo que va de la actual administración tras la alerta del coronavirus; y con una violencia desbordada en el país. 

¿Cuánto cambiará el discurso del Presidente este año? Es difícil saberlo, sobre todo porque suele improvisar y hablar en función de su estado de ánimo. El último fin de semana de febrero, durante una visita a su natal Macuspana, Tabasco, se encontró con abucheos mientras daba su discurso. Las rechiflas iban dirigidas al presidente municipal, Roberto Villalpando, y al gobernador, Adán Augusto López, ambos de extracción morenista, pero calaron en el mandatario federal como si fueran propios. 

La efervescencia social surgida en algunos de sus mítines, así como el bajo crecimiento económico y la poca inversión privada prometen un discurso diferente del Presidente en la clausura de la Convención 2020; quizá uno más cargado de mensajes para estimular la inversión y el empleo, o tal vez uno que reclame a los empresarios su falta de ‘dimensión social’ y los culpe del estancamiento económico que, a decir del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, y del jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, es ‘preocupante’. 

Las instituciones financieras, encabezadas por el representante del gremio, Luis Niño de Rivera, han sido cautelosas en sus mensajes. En público, los directores de los bancos aseguran que apoyan al gobierno del presidente López Obrador en su denominada Cuarta Transformación. Se han comprometido no solo a ayudar a la dispersión de los apoyos sociales, sino a financiar los proyectos de infraestructura más emblemáticos del sexenio, como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía. 

No obstante, propuestas como la de crear una red de 13,000 sucursales del Banco del Bienestar para canalizar los recursos de los programas sociales y eventualmente ofrecer créditos; el poco interés mostrado en la expansión del CoDi por parte del nuevo gobierno; así como la suspensión de iniciativas como la facturación instantánea por órdenes de la nueva jefa del SAT, Raquel Buenrostro, han puesto a los banqueros aún más cautelosos en sus inversiones y reticientes de las señales que vienen de Palacio Nacional. 

“Nos vamos a ver aquí dentro de un año, van a marchar mejor las cosas, vamos a poder venir a decir que ya está creciendo más la economía (…) les vamos a poder decir que se está fortaleciendo el peso (…) vamos a venir a decir que hay más crecimiento, más bienestar (…) y algo que vamos a lograr también pronto que haya paz, que haya tranquilidad”, prometió Andrés Manuel López Obrador hace un año. 

Las cosas no han salido como el Presidente las planeó, por lo que el fantasma de ‘soltar al tigre’ seguirá rondando la Convención Bancaria este año. 

Mario Maldonado
Diseño: Cristian Laris